«A mis hijas les costaría volver»
Una familia ecuatoriana que reside en Gipuzkoa desde hace cinco añoscuenta los avatares que ha pasado para lograr el reagrupamiento
Diario Vasco,
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22-06-2008
DV. La inquietud ante la nueva ley que prepara el Gobierno para endurecer las condiciones por las que se puede producir el reagrupamiento familiar es palpable entre los inmigrantes que viven en Gipuzkoa. DV ha querido pulsar la experiencia que vivió una familia ecuatoriana hasta que consiguió juntarse hace cinco años en nuestro territorio.
Carmen tiene 40 años. Enviudó hace doce y desde entonces vive para sacar adelante a sus cuatro hijas, con edades comprendidas entre los 21 y los 13 años. En 2001 se atrevió a saltar el charco animada por su hermana mayor, que llevaba tres años trabajando en Gipuzkoa. No le resultó fácil dar el paso. «Imagínate lo que fue dejar allí a mis cuatro hijas con mi madre. Pero es que en Ecuador no había ningún futuro. Y aquí, aunque no es fácil, puedes salir adelante».
Los inicios fueron duros. «Trabajaba por las mañana en una casa en la que me hicieron un contrato y por la tarde en otra. Por la noche cuidaba a una persona mayor y a cambio me daban una habitación para dormir. El hombre murió y me quedé en la calle, pero su sobrina me ayudó para seguir viviendo en la casa a cambio de un alquiler bajo».
Gracias al contrato de trabajo que le hicieron en la primera casa y a este alquiler pudo traer a sus hijas. «Las condiciones para el reagrupamiento son muy duras y sin ayuda es muy difícil cumplirlas. Esta señora me prestó 6.000 euros para pagar los pasajes de mis cuatro hijas. Ahora tramitan la doble nacionalidad».
Desde hace dos años Carmen trabaja en una empresa de limpieza en el barrio donostiarra de Intxaurrondo, en la que se encuentra muy a gusto, aunque mira al futuro con incertidumbre. «Después de trabajar cinco años en una casa acabé cansada. No por el trabajo, sino porque se gana poco dinero, no tienes derecho a paro, a jubilación… Con ese trabajo no podría mantener a mis cuatro hijas. Ahora estoy mejor, aunque no tengo pagas extra, porque van incluidas en las doce mensualidades, y el contrato es hasta fin de obra. Aún con todo, estoy contenta».
«No gana el mínimo»
Las nuevas restricciones para el reagrupamiento familiar que prepara el Gobierno no le afectarán, pero admite que ha encendido la alarma entre los inmigrantes. «Mi hermana pequeña, que también trabaja aquí, quiere traerse a sus tres hijos pero no puede porque no gana el mínimo establecido por la ley. Conozco a mucha gente que está en la misma situación».
Uno de los puntos que pretende introducir el Gobierno de Zapatero es incentivar la vuelta de los inmigrantes a sus países de origen, algo que Carmen no ve con buenos ojos. «A mí, sí me gustaría regresar algún día a Ecuador. He pasado mi niñez allí y echo mucho de menos mi tierra y mi familia. Mi padre murió en enero y fue muy duro no poder compartir junto a él sus últimos momentos. Lo que pasa es que con los 120 euros que se gana al mes en mi país no nos da para vivir a las cinco. Mi ilusión sería ahorrar un dinero para algún día regresar allí y montar un negocio del que vivir, pero justo me da para llegar a fin de mes».
Y es que los gastos se disparan en el hogar de Carmen. Entre su trabajo y la mano que le echa su hija mayor Carmen Jessenia, que trabaja en una casa por las tardes, suman 1.200 euros, de los que 550 se van en el alquiler de la casa, una modesta vivienda de dos habitaciones situada a las afueras de Hernani. «La crisis económica también se nota. Todo está más caro. Antes llenaba el carro con 100 euros y ahora no lo hago por menos de 150. Vivimos al día».
Al contrario que ella, a sus hijas sí les gustaría quedarse en Gipuzkoa. Al menos, eso cree su madre. «Ya tienen hecho su grupo de amigas y les costaría mucho volver. Además, saben que aquí van a tener más oportunidades. La mayor ya está trabajando. A la segunda, Karina Andrea, le gusta la peluquería y se ha apuntado a un curso. La tercera, Diana Alejandra, es muy buena estudiante y me gustaría darle una carrera. La pequeña de todas, Liset Adriana, aún no le veo decantarse por algo. Sabemos que lo tenemos más difícil que los demás, pero nosotros sólo queremos un trabajo para poder vivir. Nada más».
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