A los 14 años Anna dejó los estudios. Para la familia era demasiado costoso pagarle los estudios y la vida fuera de casa. Se quedó en la granja, le gustaban el campo y sus valores. Pero la granja se asfixiaba. Las ayudas de la Unión Europea disminuían, los insumos para producir, el pienso, la gasolina, etcétera, ascendían mucho más rápido que los precios de sus productos, que tampoco podían competir con los productos de las agroindustrias. La decisión del padre de vender las tierras les hirió a todos. Anna pensó en repetir el viaje de sus abuelos y, sin trabas, se abre nuevos caminos en México.
En Catalunya, cada año se cierran 1.000 explotaciones agrarias. Por los mismos motivos desaparecen miles de pequeñas granjas familiares en todo el planeta. Como Anna, campesinas y campesinos de todo el mundo piensan en la migración. Pero con políticas de inmigración diseñadas con criterios de expulsión y criminalización, nosotros les pondremos todos los impedimentos posibles, violando incluso derechos humanos. Anna, ¿tu eres clandestina en México?