Vergonzosa directiva
Canarias 7, , 21-06-2008Esta semana murieron en Canarias tras arribar a las islas en barquillas, cuatro inmigrantes subsaharianos, varias decenas debieron ser hospitalizados y los centros de acogida de menores volvieron a sobresaturarse. La consejera de Bienestar Social del Gobierno de Canarias, Inés Rojas, dijo: «Estamos en emergencia sobre la emergencia». El drama continúa. El drama interminable. Nada nuevo y sí muy repetido.
Bueno, sí; algo nuevo. Estos cuatro últimos muertos que sumar a la ingente lista de inmigrantes que han caído en la desesperada búsqueda de una vida mejor, lo hicieron, como todos, en silencio; pero, esta vez, su muerte nos fue silenciada. Durante 36 horas la información estuvo secuestrada. En esta ocasión, por primera vez, el trágico final se ocultó. Nos dicen que por respeto a la intimidad de los difuntos y atendiendo al mandato de la Ley de Protección de Datos. Por insólito, este argumento, visto comportamientos anteriores, suena muy poco creíble, raro. También, porque es el mismo que sistemáticamente se utiliza para impedir el acceso a los medios de comunicación a los centros en los que se les retiene a la espera de su repatriación, sobre los que pesan no pocas dudas sobre su idoneidad y el grado de hacinamiento que, a veces, registran. Suena poco creíble y raro, además, después de haber comprobado, no una sino muchas veces, cómo se usa el número de irregulares, así como número nada más, sin mayores consideraciones para su condición de personas, para desarrollar discursos enconados, plañideros o pedigüeños.
Y suena poco creíble y raro, igualmente, justo esta semana en que a Europa, esa Europa en la que habitamos y que se proclama civilizada, valedora de los derechos humanos y vanguardia de los avances sociales, le da por aprobar, con el voto incluido de los diputados de ese PSOE que tanto predica el buenismo, una nueva directiva de retorno de inmigrantes que permitirá la retención de indocumentados durante 18 meses. Una medida del todo desproporcionada que pena con privación de libertad una falta administrativa, como es no portar documentación, convirtiendo así los centros de retención en cárceles. Un episodio más en ese suma y sigue a ese fantasma antiinmigratorio que de un tiempo a esta parte recorre el viejo continente que, por lo que se ve, quiere ser, además, amurallado y que cree responder así a quienes entienden, en estos tiempos de incertidumbre económica, que los foráneos, pero sólo algunos, los que reciben el calificativo de ilegales, que sólo son los del Tercer Mundo, hurtan empleo a los locales, cuando las cifras demuestran que los principales flujos inmigratorios proceden de los propios países miembros de la UE, significando los otros unas cifras ridículas.
En todo caso, dicho está y sabido es que no hay burocracia capaz de frenar a los que huyen del hambre, como tampoco, y eso Europa lo sabe porque lo ha padecido en sus propias carnes, hay muro que impida pasar a quienes escapan de la miseria, la guerra, las persecuciones… Ahí está el muro de Berlín como documento imborrable para la historias y ejemplo para no repetir.
vicente.llorca@canarias7.es
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