JOSÉ A. SOROLLA
PARÍS

Francia mantiene en su propuesta de pacto europeo sobre inmigración, que negocia con España, el polémico contrato de acogida e integración de los inmigrantes. El ministro francés de Inmigración, Brice Hortefeux, precisó ayer, no obstante, que el contrato es “un elemento menor” de los componentes de “un gran pacto”.
El jueves de la semana pasada, el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, aseguró, tras entrevistarse en París con Hortefeux, que creía que no habría contrato, ya que en el borrador que le presentó el ministro francés ese punto había desaparecido.

IDIOMA Y VALORES
Por el contrario, Hortefeux afirmó ayer, en una conferencia de prensa, que la “noción de contrato de acogida e integración” -un instrumento que ya existe en Francia y en Alemania- es uno de los “diferentes aspectos” de la propuesta, aunque subrayó que estaba “muy atento” por “razones personales, de amistad, afectivas e institucionales” a la posición española, contraria al contrato, apoyado también por la Comisión Europea.
Este contrato obligaría a los inmigrantes a estudiar la lengua del país de acogida y a asumir los valores y las costumbres europeos, en la misma línea del que propuso el PP en la campaña electoral española. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sostiene, y así lo expresó Moratinos hace una semana, que basta con aplicar la ley a los inmigrantes, sin necesidad de un contrato específico.
Al igual que hicieron anteriormente Moratinos o el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, Hortefeux se mostró convencido de que ambos países llegarán a un acuerdo durante la reunión bilateral que se celebrará el próximo día 27 en Zaragoza. Después, Francia y España pretenden presentar de manera conjunta el pacto al resto de los Veintisiete en el Consejo de Ministros informal de Justicia e Interior previsto para el 7 de julio en Cannes, bajo presidencia francesa.

CINCO OBJETIVOS
Hortefeux explicó que el pacto sobre la inmigración persigue cinco objetivos: organizar la inmigración legal; luchar contra la inmigración irregular, con el compromiso de no hacer regularizaciones masivas, sino solo caso por caso; mejorar la eficacia del control de fronteras mediante el uso de nuevas tecnologías; sentar las bases de una política europea de asilo, y cooperar en el desarrollo de los países de origen de los inmigrantes.
La prohibición de las “regularizaciones generales” es otro de los puntos de discrepancia con España. Por esa razón, el ministro utilizó una reciente declaración de Zapatero para apoyar la tesis de que el rechazo ahora es unánime en la UE. “Zapatero ha sido muy claro al respecto: la inmigración irregular no tiene sitio en el espacio de la UE”, dijo.