El Mediterráneo se traga a 150 africanos al hundirse el barco en el que intentaban llegar a Italia
Libia anuncia la tragedia nueve días después de producirse el naufragio
Las Provincias,
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17-06-2008
Con el buen tiempo vuelven las malas noticias a las costas italianas. Esta vez, terrible, pero parecida a la de otras ocasiones. Un barco con 150 personas que había partido del puerto de Zuwarah, en Libia, se hundió hace nueve días cuando intentaba llegar a Europa. Han aparecido 21 cadáveres y se maneja la cifra de 40 muertos, pero el resto se da por desaparecido. Sólo hay un superviviente. Esta es la escasa información que dieron a conocer ayer las autoridades de Egipto, después de que el Gobierno libio les informara de la tragedia el pasado viernes, debido a que había una docena de egipcios a bordo.
En Italia, en Europa, no se sabía nada, como ha ocurrido ya con naufragios mucho peores que salen a la luz, a veces, años más tarde. El más célebre, el de la noche de Navidad de 1996, en el que murieron 300 personas pero que sólo se descubrió seis años después.
“Esta es la prueba inquietante de muchos otros naufragios silenciosos nunca denunciados, y evidencia el drama de estos viajes”, declaró ayer la portavoz en Italia del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Laura Boldrini. De este modo continúa el uso masivo de la ruta de inmigración clandestina que va desde las costas de Túnez y Libia hacia la isla de Sicilia o la de Lampedusa, el punto más al sur de Europa. Es una distancia mucho mayor y más peligrosa que la del Estrecho o las islas Canarias, pero cada año atrae a miles de personas. Durante los últimos días se han multiplicado el número de embarcaciones avistadas o rescatadas. A Lampedusa llegaron el domingo siete naves con 404 personas, entre ellas varias mujeres embarazadas. El único centro de acogida ya alberga 800 personas, 50 más de su capacidad y ayer por la mañana, sólo con los tres primeros desembarcos, llegaron 121 más.
Sin embargo, la imagen de ayer estaba en aguas de Malta. Era la de un grupo de 28 naúfragos agarrados a los flotadores de una red de jaulas de atunes a 75 kilómetros al sur de la isla. Una nave se partió en dos el domingo al chocar contra la estructura y sus ocupantes se salvaron trepando a las redes, salvo seis, algunos de ellos niños, que murieron. Son todos de Somalia, país en guerra civil desde 1991 y, ahora mismo, uno de los más peligrosos y pobres del mundo. Malta ya comenzó el año pasado a verse superada por la oleada de desembarcos y pidió ayuda a la UE. Ayer, al ver que arranca una nueva racha, solicitó al Gobierno italiano y al libio una reunión a tres bandas para intentar atajar el fenómeno.
En Italia estas crudas escenas caen en medio de la polémica sobre las nuevas medidas que endurecen el control de la inmigración ilegal y plantea de nuevo su real efectividad. Obviamente, ninguno de los 500 africanos que han llegado este fin de semana a Lampedusa parecía informado y, por tanto, hipotéticamente atemorizado de que la clandestinidad vaya a ser en Italia un delito penado con cárcel. Por otro lado, no aportan muchas soluciones al problema cosas como las patochadas de la senadora Angela Maraventano, de la Liga Norte, partido de pulsiones racistas que forma parte del Gobierno: el domingo se paseaba por el muelle de Lampedusa vestida con un chador, en busca de un pasaje para Libia, pues a modo de protesta quiere desembarcar en África.
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