Una travesía en una rueda

ABC, 13-06-2008

POR MARÍA JOSÉ CRUZADO

MARBELLA. Hay estar muy desesperado para atravesar el Estrecho en una patera. Si además se hace en una rueda de camión con temporal incluido, la cosa se complica. Pero esa es la historia de dos jóvenes marroquíes que demostraron que la realidad supera siempre a la ficción. Decidieron emprender su particular odisea a la tierra prometida «armados» de una botella de agua, una bolsa de cacahuetes y un par de aletas en los pies. La fortuna, o quizá la tenacidad hizo que llegaran la noche del miércoles al puerto pesquero de Marbella sanos y salvos. Fue tal la alegría que les dio llegar a tierra firme después de recorrer cincuenta millas sobre una rueda que hasta agradecieron ser arrestados y posteriormente repatriados a su Tánger natal.

Cuando el domingo al filo de las doce de la noche decidieron salir de Punta Malabata eran tres. Uno de ellos dio media vuelta en mitad del Estrecho llevado por el pánico. Se levantó temporal y, arrepentido de la idea suicida, decidió girar la rueda y chapotear a ritmo de aleta hasta casa. Un barco mercante lo interceptó en alta mar y lo entregó en Sevilla a la Policía. Todavía le quedaba una pequeña provisión de cacahuetes.

Cuando la Guardia Civil le intercepta se inicia un dispositivo de búsqueda. La llamada de alerta del hermano de uno de ellos que vive en Albacete, hizo el resto. Al parecer los dos jóvenes, de 23 y 30 años, alcanzaron a contactar vía teléfono móvil con su familia en La Mancha, que alertaron a las Fuerzas de Seguridad. Ya sólo quedaba encontrarlos. Pero para eso aún faltaban dos días. Se les acabó el agua, las fuerzas para seguir aleteando y hasta los cacahuetes.

Resulta sorprendente que no llevaran casi agua, prácticamente nada de comida, ni siquiera un botiquín de primeros auxilios, que los dos inmigrantes marroquíes sí se acordaran del teléfono móvil en medio de semejante situación. Gracias a él alertaron a la familia de uno de ellos en Albacete, que inmediatamente contactó con la Policía para advertir del peligro que corrían. Cuando llegaron a puerto era el único número que tenían grabado en el terminal.

A 15 millas

A las seis de la tarde del miércoles el viento y la marea los había llevado hasta Málaga. El Servicio de Emergencias 112 desplegó un amplio dispositivo para acudir en su auxilio. La patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, ya en alerta, los localizó a 15 millas al sur de Marbella. No se lo podían creer.

Cuando llegaron al puerto pesquero ya eran las nueve de la noche. Estaban deshidratados, exhaustos, y agradecidos. Presentaban quemaduras por todo el cuerpo, algunas del calor y otras del contacto con la propia goma de la rueda. Cinco voluntarios de Cruz Roja estuvieron hasta las once y cuarto de la noche curándoles las heridas aunque no hizo falta su traslado al hospital. Les dieron mantas, un té calentito, algo de comida, ropa y un «kit» de aseo personal, que se llevaron a la Comisaría, donde permanecieron hasta su repatriación. Cabe suponer que, después de lo que han tenido que pasar, estos dos jóvenes volverán a intentarlo.

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