Esclavos entre cuatro paredes

Save the Children denuncia que diez millones de niños trabajan en el servicio doméstico y son retenidos por sus empleadores

Diario Sur, TEXTO: A. PRÁDANOS/ FOTOS: SAVE THE CHILDREN / MADRID, 12-06-2008

LAS estadísticas dicen que 40 millones de niños de 5 a 17 años trabajan en todo el mundo como empleados domésticos. A menudo tal categoría profesional es un eufemismo cruel. Muchos de ellos, uno de cada cuatro, son en realidad esclavos, felpudos humanos al arbitrio de su patrón o patrona. Es un cálculo aproximado porque esta aberración ocurre fuera del ojo público, entre las cuatro paredes del domicilio del amo. Nadie sabe cuántos son ni en qué condiciones trabajan, viven o mueren. Son fantasmas invisibles, sometidos a abusos, también sexuales; olvidados a los que sólo se recuerda en efemérides. Hoy, 12 de junio, es el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

A veces alguno de estos fantasmas escapa a su destino y alza la voz. Mende Nacer tenía 12 años cuando fue raptada en su aldea de Sudán, en 1994, y vendida como mucama a unos acomodados compatriotas. Trabajaba 18 horas al día sin salario, sin posibilidad de estudiar, sin salir jamás. Cuando terminaba su jornada la encerraban con llave en un cobertizo sin luz, sin agua. Comía sobras. Recibía golpes por todo. Jamás pronunciaron su nombre. Era la ‘yebit’, la ‘muchacha que no merece tener nombre’, en árabe.

«Fueron siete años que me parecieron 17», resume. Lo peor no era la extenuación física, sino la psicológica. «Te destruye. No eres nadie, eres una cosa, la propiedad de alguien». Un objeto que se compra o se cede. Mende (‘gacela’ en árabe) ha contado su historia muchas veces y la puso negro sobre blanco en ‘Esclava’, el libro que escribió tras escapar en Londres. Allí llegó ‘prestada’ a la hermana de su dueña y su marido, un diplomático sudanés. Aún se le quiebra la voz al recordar pero lo hace a instancias de Save the Children. La veterana ong ha escogido el trabajo doméstico infantil como lema de su campaña anual contra la explotación y el maltrato a los niños.

Niñas

El caso de Mende Nacer ilustra bien algunos rasgos del fenómeno. La mayoría de los esclavos domésticos, entre el 80 y el 90%, son niñas. Presas fáciles del abuso sexual por parte de sus patrones. Condenados a una vida de penuria aun cuando puedan escapar porque carecen de educación. Muchos proceden de familias rotas, con bajos niveles educativos y siempre pobres. A algunos sus propios padres creen hacerles un favor al cederlos a tratantes de mano de obra barata. Quizá, se dicen, tengan así una vida mejor.

La esclavitud doméstica de los niños se ceba en países en vías de desarrollo y a veces viaja al ‘primer mundo’. En realidad, ningún país está a salvo de esta lacra. Save the Children denuncia que en Francia y Reino Unido niñas africanas como Mende son forzadas a trabajar como domésticas sin derechos. Entran con visados de turista o como familia de sus empleadores, compatriotas ricos que les requisan el pasaporte para atajar tentaciones de fuga.

En España no constan denuncias en ese sentido, pero la creciente inmigración ha podido importar hábitos indeseables. «Pedimos al Gobierno una actitud vigilante», destacó Eduardo González, vicepresidente de Save the Children España.

En su informe ‘Esclavos de puertas adentro’, la organización denuncia la persistencia de este fenómeno a pesar los avances registrados en todo el mundo. «Pero queda mucho por hacer». Existen leyes nacionales e internacionales, como la Convención de los Derechos del Niño, que exigen mejor cumplimiento. Los gobiernos, dice Save the Children, deben incluir la esclavitud infantil en las políticas globales de erradicación de la pobreza, dedicar más fondos a este fin y ofrecer a las familias con menos recursos alternativas para que sus hijos no acaben como carne de cañón para salvar la economía familiar.

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