CARRERA A LA CASA BLANCA / La polémica

¿Está EEUU listo para un presidente negro?

El Mundo, PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO, 05-06-2008

El 69% de los blancos cree que su país puede tener un dirigente afroamericano Renegado. Ese es el nombre en clave que Barack Obama recibe del Servicio Secreto de Estados Unidos. Y, con él de candidato, los agentes van a tener que trabajar más. Las Fuerzas de Seguridad de EEUU están obsesionadas con la posibilidad de un intento de asesinato contra el candidato demócrata. El senador de Illinois cuenta con dos elementos que acentúan su carácter de potencial víctima.


Por un lado, el estatus que tiene entre los medios de comunicación (aunque no entre los votantes) de celebridad. Por otro lado, su raza. De hecho, una de las razones por las que Colin Powell no se presentó a las elecciones de 1996 contra Bill Clinton fue la preocupación de su mujer, Alma, de que sufriera un atentado.


El color de la piel de Barack Obama ha reabierto la eterna pregunta: ¿Está Estados Unidos listo para un presidente negro? En teoría, es una pregunta capciosa. Es como cuando en España, en los 70, había quien se cuestionaba si el país estaba listo para la democracia. En otras palabras: una fórmula retórica para responder «todavía no». Pero, como todo cuando se habla de raza en EEUU, lo que parece a primera vista es equivocado. Ahí está, para corroborarlo, una reciente encuesta del diario The Wall Street Journal y de la cadena de televisión NBC: el 69% de los blancos sí cree que EEUU puede tener un jefe del Estado y del Gobierno negro. Pero ese porcentaje cae al 47% entre los afroamericanos.


Esa paradoja revela que los blancos creen que hay mucho menos racismo que los negros. Y, también, que ser racista está muy mal visto en EEUU, así que muchos blancos disimulan su rechazo a los negros. Como afirma Edward Frantz, profesor de Historia de la Universidad de Indianápolis, «en EEUU hay poca tolerancia hacia la misoginia, pero ninguna hacia el racismo. Públicamente, nadie puede ser racista». Es algo que ha quedado claro en esta campaña, en la que a Hillary la han llamado de todo, mientras que Obama ha recibido un tratamiento exquisito.


Así que la cuestión racial sigue bajo la superficie. Un reportaje de la versión en inglés de la cadena de televisión de Qatar Al Yazira emitido hace dos semanas mostraba a un votante del estado de Virginia Occidental llamado Oakley Delong afirmando: «Hemos tratado a los negros tan mal durante tanto tiempo que, si son ellos los que mandan, ¿no nos harán a nosotros lo mismo?»


El debate sobre la raza, más que incomodar, provoca una especie de bloqueo mental. No son capaces de ignorarlo, como hacen en la mayor parte de América Latina, donde directamente se niega la existencia de racismo, pero tampoco pueden afrontarla claramente. De hecho, el discurso de Obama sobre raza, alabado por muchos como «una obra maestra», tenía, como casi todos los pronunciamientos públicos del senador, la misma profundidad política que los guiones de Aquí hay tomate, aunque con mejor retórica. Obama simplemente recordaba que blancos y negros son racistas, y que hay que cambiar eso.


El problema es que los negros también son racistas. Y mucho. Son racistas con los hispanos, con los asiáticos y con los judíos. Y contra los negros inmigrantes e hijos de inmigrantes, como Obama. Hace un año los afroamericanos respaldaban mayoritariamente a Hillary Clinton, con el argumento de que Obama «no es lo suficientemente negro». Como explica Terri Schefler, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Butler, en Indiana, «si alguien no tiene ancestros que hayan pasado por la experiencia de la esclavitud y la segregación racial, no es considerado afroamericano». Con semejantes condicionantes, no queda claro si, en el supuesto de que EEUU no estuviera preparado para un presidente negro, sería por culpa de los blancos o de los negros.

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