Cuatro museos

El Periodico, JORDI Puntí, 31-05-2008

Hay libros que son como un museo. Uno los lee y se da cuenta de que sus páginas preservan la memoria de unos hechos, de una época, de una gente. La lectura deviene entonces una recreación viva, un homenaje emocionado. Es lo que ocurre con Ellis Island, el librito de Georges Perec que acaba de publicar L’Avenç. Situada en la boca del puerto de Nueva York, la isla de Ellis acogió entre 1892 y 1954 la mayoría de inmigrantes que llegaban a los EEUU. La puerta de oro, o la isla de las lágrimas, como la llamaban, era el punto crucial donde todos los viajeros eran examinados. Los ciegos no pasaban, ni los viejos o enfermos psíquicos. Entraron más de 12 millones de personas.
En 1978, el escritor Georges Perec, junto con Robert Bober, realizó un documental sobre la isla, Narraciones de Ellis Island. Historias de errancia y esperanza. El volumen que ahora se publica, pues, recoge los textos que Perec escribió para el documental. Son fragmentos literarios que combinan la información, el testimonio sentimental y una poética del exilio, de la dispersión.
Leyendo sus palabras, he vuelto a visitar tres museos más, estos de verdad, conectados por esa gente que emigró buscando una vida mejor. El primero es el de salida, el Museo de la Inmigración de Hamburgo: inaugurado hace un año, recupera el recuerdo de todos esos inmigrantes centroeuropeos, la mayoría judíos, que entre 1850 y 1939 subieron al barco en dirección a América. El segundo museo es el de la llegada, precisamente en la isla de Ellis, donde se conservan las dependencias de la época y los descendientes pueden buscar el rastro de sus antepasados. El tercer museo es el Tenement de Nueva York y nos muestra el primer destino de los inmigrantes. Se trata de una casa, situada en el Lower East Side, donde ser han reconstruido dos apartamentos minúsculos como los que acogían a los inmigrantes nada más llegar. Se cuentan las condiciones de pobreza de una familia polaca en el cambio de siglo y una italiana en los años 20.
Los tres museos, pues, junto con el libro, son una buena forma de remontar los pasos de quienes saludaron a la Estatua de la Libertad cargados de ilusiones. “Fragmentos de olvido y memoria”, como escribe Perec.

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