«Invasión» de hombres rana
ABC, 25-05-2008POR CARMEN ECHARRI
CEUTA. Son los buzos del Africa subsahariana. Jóvenes inmigrantes que, enfundados en trajes de neopreno y con aletas en sus pies, emprenden periplo
clandestino desde las costas marroquíes hacia Ceuta. El pasado lunes, tres jóvenes procedentes de Costa de Marfil consiguieron su objetivo.
Llegaron exhaustos a la bahía norte pasadas las dos de la mañana. Los agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil fueron los encargados de recogerlos y trasladarlos de urgencia al hospital en donde fueron tratados de cuadros de hipotermia.
Tan sólo 48 horas antes, otra pareja de subsaharianos, esta vez de Guinea Conatry, habían ejecutado la misma ruta. Convertidos en buceadores, burlaron la endeble línea que separa lo clandestino de lo legal, y se adentraron en Ceuta, en donde fueron igualmente rescatados por los guardias civiles de servicio.
Las cámaras térmicas ubicadas en el COS fueron las que detectaron la entrada de estos «puntos calientes», dando la alerta a las patrulleras para que realizaran el rescate humanitario. La Benemérita no quiere dar muestras de preocupación alguna, pero las estadísticas apuntan claramente al resurgir de la presión migratoria por vía marítima.
Un inmigrante al día
En lo que va de mes se ha producido la entrada de 19 inmigrantes, todos ellos subsaharianos, o bien transformados en buceadores o en embarcaciones neumáticas – así entró un grupo de cuatro el pasado 5 de mayo – . «Prácticamente está entrando un inmigrante al día», apunta un efectivo del Cuerpo, «lo que no es ni por asomo la presión que se registró en su día», añade la misma fuente.
Los inmigrantes que están entrando en la ciudad proceden de los bosques fronterizos de Beliones, que en su día fueron famosos por ser el refugio de quienes protagonizaron, en 2005, el masivo asalto a la valla. Estas entradas son, a menudo, el pase directo a la muerte. En una habitación del hospital civil permanece uno de los últimos subsaharianos que consiguió llegar a nado hasta Ceuta, esperando que le den el alta médica en las próximas horas.
Hasta el pasado martes permaneció enchufado a una máquina que le posibilitaba el único enganche con la vida; después, sorpresivamente, consiguió superar ese endeble hilo que separa la vida de la muerte para salir adelante. Ahora permanece bajo los cuidados del personal sanitario del hospital civil, con unos compañeros de habitación que le devuelven la tranquilidad tras una entrada en la que a punto estuvo de morir. Mohamed comenzó su periplo clandestino desde su originaria Costa de Marfil.
Como a la mayoría de subsaharianos, la pobreza y las convulsiones que afectan a buena parte del Africa negra le obligó a abandonar su tierra y emprender una marcha hacia Europa. La puerta de Ceuta fue la vía escogida. El blindaje del perímetro fronterizo tanto en la zona española como la marroquí, amén del mayor control en el Tarajal tras el relevo de buena parte de la comitiva policial marroquí que allí prestaba servicio, le hizo optar por una entrada a nado. Una opción que a punto estuvo de hacerle perder la vida.
«Dios me ha ayudado, lo he pasado muy mal, muy mal», acierta a repetir en su habitación, en donde ya ha recibido la visita de algunos religiosos. Ahora está contento, algo temeroso por su futuro inmediato. Sus compañeros de travesía están ya en el CETI.
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