Darío Menor

Roma – A los inmigrantes «sin papeles» les queda muy poco para ser considerados delincuentes en Italia. El primer Consejo de Ministros de la etapa Berlusconi, que se celebró ayer en Nápoles, aprobó esta dura medida, muy criticada por la oposición y que constituye el punto más polémico del paquete sobre seguridad que el primer ministro presentará al Parlamento. Las iniciativas de «Il Cavaliere» para luchar contra la inmigración ilegal incluyen el endurecimiento de penas para quien comete un crimen contra ancianos o minusválidos, normas más duras para los matrimonios mixtos o la extensión hasta 18 meses del tiempo de detención de los «sin papeles» en centros de internamiento.

«Era necesario garantizar a los ciudadanos el derecho a no tener miedo», dijo Berlusconi, quien se ha servido precisamente de ese miedo para ganar apoyos entre los italianos que desconfían de la inmigración. Para ello ha contado con la colaboración de los medios de comunicación, que dedican la máxima atención a los delitos cometidos por extranjeros. Así, la mafia ha pasado a un segundo plano a pesar de que su poder crece cada día. Un estudio denuncia que sólo la ?Ndrangheta (la mafia calabresa) factura al año 44.000 millones de euros, el equivalente al 2,9% del PIB italiano.

El segundo gran tema del Consejo de Ministros, y motivo por el que celebró su reunión en Nápoles, es la emergencia de basuras que sufren la ciudad y su región desde hace más de seis meses. Para acabar de una vez con las toneladas de desperdicios que se acumulan en esta zona, Berlusconi prevé abrir siete vertederos y construir incineradoras. Si consigue acabar con el problema, «Il Cavaliere» será recordado en Nápoles como «un santo», como decían los carteles que los napolitanos le mostraron ayer. Si su plan fracasa, como ha sucedido con anteriores iniciativas, su nombre también se verá manchado por la basura. Tal vez por ello se atrevió ayer a amenazar con cárcel a quien se atreva a bloquear los nuevos vertederos, imprescindibles para que «Nápoles vuelva a florecer». Finalmente, el nuevo Gobierno acordó cumplir con una de las promesas electorales de Berlusconi: bajar la presión fiscal. Para ello suprimirá el impuesto sobre la primera vivienda y recortará los tributos sobre el pago de horas extras. Con estas disposiciones Hacienda dejará de ingresar 2.700 millones de euros. Una cantidad que se compensará recortando el gasto público.


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