Desde la victoria de Silvio Berlusconi, el Parlamento Europeo vigila sus movimientos con desconfianza. La presión de la Eurocámara ya ha obligado al presidente de la Comisión, José Manuel Dur o Barroso, a cambiar la cartera del nuevo comisario italiano [que sustituye a Franco Frattini], de Justicia a la menos sensible de Transportes. Y hoy los eurodiputados debatirán las primeras acciones controvertidas de Roma contra los inmigrantes y la explosión de racismo amparada por el ministro Umberto Bossi.

Pese al voto contrario del Partido Popular Europeo, el grupo donde se encuadra Forza Italia, el Socialista logró ayer, por seis votos, cambiar el orden del día e incluir la situación italiana en el pleno en Estrasburgo. Martin Schulz, el líder de los socialistas y a quien Berlusconi acusó en su último mandato de parecerse a un guardia de un campo de concentración, destacó la importancia del debate para evitar la discriminación en Italia, aunque «la protección de las minorías no es un problema específico italiano».

La Comisión asegura que, de momento, Italia no ha vulnerado la legislación europea y cualquier decisión que pudiera adoptar el Parlamento es puramente simbólica, pero sólo la celebración del debate ya es incómodo para Il Cavaliere.