Italia no es país para rumanos
Los gitanos inmigrantes, bautizados «rom», sufren ataques de la mafia en Nápoles
La Razón, , 19-05-2008Darío Menor
ROMA – No hay ningún colectivo de extranjeros que aglutine más los temores de los italianos hacia la inmigración que los conocidos como «rom», los gitanos llegados de Rumanía, protagonistas nuevamente esta semana tras sufrir varios de sus campamentos ataques con cócteles molotov.
Los peores sucesos se han vivido en los poblados del deprimido barrio napolitano de Ponticelli, en el que sus habitantes se tomaron la justicia por su mano tras el secuestro frustrado de una recién nacida a manos de una joven de etnia gitana.
Aquel incidente acabó de prender los ánimos de los vecinos, muy calientes ya por la progresiva degradación del barrio, el total abandono de la clase política y la integración imposible de los nómadas rumanos.
Según informaron testigos presenciales, la Camorra, la mafia napolitana, fue la que inició los ataques. Los mafiosos cobraban a los «rom» una «cuota» de 50 euros por familia y a cambio les dejaban mendigar y cometer pequeños crímenes.
Cuando los capos tuvieron conocimiento del intento de secuestro, pensaron que era demasiado. Por encima de cualquier cosa, los mafiosos siempre se vanaglorian de mantener la paz en su territorio: es la mejor forma de proteger la buena marcha de sus negocios. El rapto fallido era, por tanto, una acción indeseable, que por una parte solivianta a los vecinos y, por otra, atrae las miradas de los medios de comunicación y de los agentes de Policía.
De acuerdo al relato de los habitantes del barrio de Ponticelli, el fuego lo iniciaron varios jóvenes que, montados en motocicletas, lanzaron cócteles molotov a las fachadas de las chabolas. Sus «razias» estaban dirigidas por un familiar de Ciro Sarno, jefe camorrista que, desde la cárcel, sigue controlando el barrio.
Asustados
Los ataques a los poblados «rom» han asustado al resto de gitanos del país, que suman casi 170.000 personas, 70.000 de ellos de nacionalidad italiana y el resto proveniente del Este de Europa, principalmente de Rumanía. En un céntrico campamento de gitanos en Roma situado a la orilla del río Tíber, los sucesos de Nápoles eran el principal tema de debate y conversación.
«No es justo lo que está pasando, en todas las razas hay criminales. Lo que no se puede hacer es atacar a todos los gitanos porque los ?rom? de Rumanía cometan delitos», cuenta a LA RAZÓN Nicolás, de cuarenta años y nacionalidad italiana.
Tomando el sol en su caravana mientras su mujer se ocupa de las tareas del hogar y su hija juega entre sus piernas, Nicolás considera que los nómadas llegados en los últimos años deberían coger sus cosas y marcharse para evitar males mayores.
«Nos traen mal nombre a todos los gitanos. Estoy de acuerdo cuando los políticos dicen que deben volver a su país», afirma tajante. Sus compañeros de poblado, la mayoría gitanos como él y también nacidos en Italia, secundan su opinión.
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