Juan ROLDÁN
La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, tiene la mala costumbre de utilizar todos los viernes la tribuna de la portavocía del Consejo de Ministros como si se tratara de la oficina de Prensa del Partido Socialista.
En los últimos cuatro años sus críticas y opiniones y a veces insultos contra las personas y las políticas del Partido Popular estaban fuera de las normales reglas de la democracia en el respeto debido a las acciones del principal partido de la oposición. Convertía sus ruedas de prensa en unos alegatos contra las políticas del PP como si estuviera hablando en nombre del PSOE.
Precisamente no hay que volver mucho atrás para encontrar un ejemplo parecido a las expresiones vertidas ayer por las acciones o políticas del nuevo Gobierno italiano en el tema de la Inmigración ilegal.
Cuando Mariano Rajoy presentó antes de la última campaña electoral unas ideas para encaminar la política sobre los inmigrantes en España que están fuera de control tanto en el número como en la necesaria legalización para poder obtener puestos de trabajo y otra serie de medidas para el respeto a las leyes españolas, De La Vega y posteriormente los ministros de Justicia e Interior del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero empezaron una campaña para calificar dichas propuestas programáticas de Mariano Rajoy como de «xenófobas».
Por tanto que no se extrañen los ministros de Silvio Berlusconi, que también son de centro derecha como el PP ,que cualquier paso que den en ese como en cualquier otro asunto que no debería recibir ninguna interferencia por el Gobierno español, se exponga a los insultos y descalificaciones de la Moncloa.
Hay que añadir que la Vicepresidenta española no tiene ninguna experiencia internacional ni diplomática para llevar una portavocía como la que desempeña. Esto es algo que hay que añadir a su mala costumbre de equivocar el lugar desde donde habla todos los viernes.
La suerte que tenemos en esta ocasión es que haya sido Italia y su Gobierno el insultado por De la Vega. Seguramente recibirán el insulto con el dicho de «que no ofende quien quiere sino quien puede». Y no conducirán a los 53 delincuentes de Europa del Este expulsados a ninguna de las fronteras españolas donde no se les puede prohibir la entrada.
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