Darío Menor
ROMA – Después de que el pasado viernes fuera la subsecretaria de Exteriores, Stefania Craxi, quien llamó a la vicepresidenta del Gobierno español «alma buena», ayer le tocó el turno al más cáustico de los políticos italianos: Umberto Bossi, aliado del nuevo Gobierno de Silvio Berlusconi.
«No aceptamos lecciones de los españoles, que han sido los primeros en disparar a los clandestinos. Nosotros los tenemos aquí y debemos encontrar el modo de echarlos», afirmó el líder de la Liga Norte y ministro de Reformas en el nuevo y flamante Gobierno de «Il Cavaliere».
Rescoldos
Roberto Maroni, ministro del Interior y compañero de Bossi en la formación separatista, fue más diplomático e intentó terminar de apagar los rescoldos de la crisis abierta con el Ejecutivo español.
«Me parece que las incautas declaraciones de la vicepresidenta han sido desmentidas por José Luis Rodríguez Zapatero. Por tanto, el incidente está cerrado a nuestro parecer», dijo Maroni.
En la misma línea se mostró De la Vega, que en Valencia aseguró ayer que ya «no hay ningún malentendido» con Italia pero insistió en que una cosa son las acciones de Gobierno» y otras los «incidentes concretos» que «pueden comportar acciones de violencia, xenofobia y racismo», como los ocurridos en la ciudad italiana de Nápoles.
El ministro Maroni explicó que el nuevo plan contra la inmigración ilegal no pretende abolir el acuerdo de Schengen ni va contra las reglas europeas, sentenció.
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