VERÓNICA BECERRIL

ROMA. Italia se despertó ayer con la resaca del calificado como «ataque» de la vicepresidenta española a la política italiana. Durante todo el día, el que casi se convierte en un «incidente diplomático», fue la comidilla de todos los medios y de los debates entre la población. Mientras los ministros de Interior y Exteriores explican por doquier que todo había quedado aclarado con Zapatero, el polémico líder del partido independentista Liga Norte, y actual ministro de las Reformas, Umberto Bossi, aparecía diciendo que los españoles «fueron los primeros en disparar contra los inmigrantes , nosotros en cambio tenemos el problema inverso, el problema de sacarlos del país». Las declaraciones de De La Vega provocaron a Italia, y los medios se pusieron a analizar la política de inmigración española, subrayando que «el modelo de Madrid es disparos y alambre espino», y que «en España se ha propuesto un protocolo que autoriza a usar cascos y camisas de fuerza para quien se opone la expatriación», según se leía en las páginas del berlusconiano «Il Giornale». De hecho, sobre las diferencias entre los dos países, los medios italianos ponen de manifiesto que, en 2006, España expulsó a 52.000 inmigrantes ilegales, mientras que Italia «sólo» unos 45.000. Además en Italia los clandestinos pueden permanecer dos meses en los centros de acogida, mientras que en España son 40 días el máximo permitido. El «Corriere della Sera» explicó ayer en sus páginas que en la Embajada italiana en España se vivieron momentos de tensión tras las declaraciones de la vicepresidenta, pero al final llegó la «aclaración». El protagonista de la historia, el ministro de Interior, Roberto Maroni, ayer repetía que «esas incautas declaraciones fueron desmentidas por Zapatero».