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Racismo con mandato popular

La Voz de Galicia, 17-05-2008

Ya tenemos conflicto diplomático con un país vecino, amigo y socio: Italia. La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que ayer presidió el Consejo de Ministros, censuró con duras palabras la política de inmigración del Gobierno italiano: la ofensiva contra inmigrantes rumanos y gitanos, con 383 personas arrestadas y otras 118 expulsadas. Pocos minutos después de la conferencia de prensa de la señora De la Vega, ediciones electrónicas de periódicos romanos y de bastantes españoles titulaban de forma parecida a esta: «España considera racista la política de Berlusconi».

Según mis noticias, la embajada de Italia en Madrid llamó a la Vicepresidencia a pedir aclaraciones. Se le respondió que doña María Teresa «solo» había comentado las medidas. La explicación se consideró correcta, y lo es, porque la expresión textual ha sido que el Gobierno español «rechaza la violencia, el racismo y la xenofobia, y por tanto no puede compartir lo que está sucediendo en Italia» o que «no comparte las actuaciones que puedan exaltar la violencia, el racismo y la xenofobia». Dos veces los mismos conceptos, para que no quede duda, pero la embajada no puso los pies en pared. Sin embargo, estos conflictos siempre se avivan al día siguiente: cuando la prensa simplifica el mensaje. No sería extraño que hoy algún diario titule: «España llama racista a Berlusconi». En ese momento, Il Cavaliere montará en cólera.

El tema es muy serio, y no solo por su vertiente diplomática. El tema es que Berlusconi no hizo nada nuevo. Ya lo intentó Prodi, que es socialista, y en ese momento los españoles (¿recuerdan?) nos pusimos a temblar, porque pensamos que todos los expulsados acabarían en España. Después, Berlusconi incluyó esas medidas en su programa electoral, y obtuvo la mayoría absoluta. Quiere decirse que habrá muchas protestas, incluso dentro de Italia. Bruselas pedirá explicaciones, porque la expulsión masiva tropieza con la legislación comunitaria. Pero Berlusconi siempre podrá decir que obedece a la voluntad popular.

Y el tema es, sobre todo, que se ha puesto en marcha una espiral. En la medida en que se abre un debate sobre la expulsión masiva, la opinión se dividirá entre posiciones como la del Gobierno español y la contraria. Formalmente, Italia ha despertado la bicha dormida al identificar inmigración y delincuencia, ese subconsciente tan extendido por Europa. Como dice Fernández de la Vega, esas actuaciones pueden exaltar la violencia y el racismo. Y empezarán a surgir movimientos de opinión que reclamen lo mismo en otros países europeos, entre ellos España. Estemos preparados, porque las crisis económicas y un cierto cansancio social producen esos estados de opinión.

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