MARIO GAVIRIA
Viviendas en propiedad para insolventes
El autor propone el derecho a la vivienda en propiedad, ya que el alquiler lleva a una sociedad fracturada de propietarios integrados por un lado e inquilinos excluidos por otro
Diario de Navarra, , 03-05-2008L A vivienda es problema grave cuando no hay viviendas o solo un problema social, (como sucede aproximadamente a un 10% de la población española e inmigrante) cuando no se puede comprar una. Aquí, en España, no hay un problema de vivienda sino de desigualdad social, de insolvencia, de precarización y exclusión para todos aquellos pobres que no compraron a tiempo con buenos precios, que se quedaron sin chollo.
Entre países de más de 45 millones de habitantes, España es el número uno del mundo en materia de vivienda. La mitad de las viviendas son nuevas, tienen menos de 25 años. España ha sido y es número uno del mundo en viviendas construidas cada mil habitantes y año. En total, unos doce millones desde 1982. Número uno en calidad de proyecto arquitectónico y de su ejecución material. Primer país del mundo en vivienda en propiedad: el 91% de los hogares, de los cuales aproximadamente el 67% tiene la vivienda ya acabada de pagar. Son viviendas en ciudades casi nuevas, con modernísimas infraestructuras sobredoradas de todo tipo de equipamientos: educativos, sanitarios, deportivos, culturales…Ciudades con ciudadanos bien alojados que, con la tradición de la hipoteca, se convierten en ahorradores forzosos y forzados en un modelo de vivienda en propiedad que fue inventado por el régimen anterior y que lo han seguido tanto PSOE como PP, los nacionalistas e Izquierda Unida. La paradoja es que este gran éxito se ve como un fracaso. Un problema que no es económico ni de construcción. Se trata de un problema social que sólo se puede resolver haciendo propietarios a todos, inmigrantes incluidos.
El doctrinalismo paternalista decía que un país de pequeños propietarios era un país de patriotas, un país de derechas, y no ha sido así. La hipoteca es una institución esencial para entender la España del siglo XXI. La hipoteca es un estabilizador social, un pacificador universal, una máquina de integración infalible, acelerada, un restrictor y educador frente al consumismo, un defensor del espacio público colectivo. La hipoteca te convierte en inversor, tiene valor educativo y disciplinario, obliga al trabajo y al ahorro, garantiza el buen funcionamiento del ascensor social, el buen rollo en la comunidad de propietarios, el buen comportamiento de los vecinos para evitar la degradación de los barrios y de la propiedad. Un ciudadano integrado vive en una casa de su propiedad y defiende y dignifica su barrio y su ciudad. La propiedad hay que extenderla a la nueva ciudadanía en lugar de separarlos en un alquiler discriminatorio.
Condenar al alquiler a lo más jóvenes (hasta que hereden el piso de sus padres o de sus abuelos) o a los inmigrantes es dificultar la integración primero y la asimilación después. En Navarra, una vez más, vamos por delante. Aproximadamente el 20% de las hipotecas de vivienda van a titulares inmigrantes, que con el tiempo serán un ciudadano más.
Llevo años proponiendo el Duvipro. El Derecho Universal a la Vivienda en Propiedad (como a la igualdad, a la sanidad o a la educación, a las pensiones y a la protección social frente a la dependencia). Lo contrario, el alquiler, nos lleva a una sociedad fracturada de propietarios integrados por un lado y de inquilinos excluidos e insolventes por otro. Las viviendas seguirán siendo caras, porque además de la vivienda compras ciudadanía, ciudad, barrio y todos los equipamientos, es decir, todo el capital acumulado en los últimos 40 – 50 años, que es un capital público, social y colectivo que no se va a degradar.
Sobran infraestructuras (excepto líneas de alta tensión), sobran equipamientos y faltan viviendas en propiedad para los jóvenes e insolventes. Entre todos deberíamos facilitárselas con transferencias económicas que les permita la integración digna como un ciudadano más.
Un joven sin vivienda en propiedad es alguien que viste bien pero no tiene trajes. Se parece a un alemán que el otro día me decía en Benidorm que tiene en Alemania una buena casa y aquí un piso en la playa, que tiene un buen trabajo y una buena cuenta en el banco, y un super coche, pero que no tiene tiempo para disfrutarlos. Aquí muchos jóvenes pueden ir en su coche a la universidad, disfrutar de las bibliotecas, visitar museos vacíos, viajar y volar en bajo coste, hacer músculo en los fitness municipales y piscinas cubiertas, ser espectador en el centro cultural, disfrutar de los parques, practicar el botellón antiinflación, tiene todo tipo de equipamientos menos la vivienda en propiedad. Algo falla: insolvencia, insolidaridad, y prioridades de inversión pública y de redistribución equivocadas.
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