Hijos de inmigrantes
El Día, , 02-05-2008En la década de los sesenta, quizás desde el final de los cincuenta, empezaron a recalar en Canarias cantidades ingentes de foráneos, incitados por el auge imponente del sector servicios. Eran las tempranas avanzadas modernas de avalanchas sucesivas que tornaban el fenómeno, de emigrantes que zarpaban hacia Europa, Cuba y Venezuela, entre otros destinos, y convertían, poco a poco, esta tierra en receptora neta de población. Las primeras grandes oleadas de personas de otras zonas que arribaban atraídas por la esperanza de un futuro mejor.
Desembarcaron de distintas partes y a purriadas se integraron. Con gusto se sumaron a las formas y maneras de las gentes variadas que habitaban el país. Hasta la fecha y sin entrar en detalles, una generosa mezcla de pobladores “primitivos” (por ser los primeros), colonizadores y aventureros de puntos diferentes de la geografía mundial. Normandos (Bethencourt, Betancor, Guigou, De La Roche, Baudet, Massieu, Pettit…) portugueses, castellanos, andaluces, mallorquines, del norte… Con idiosincrasia mestiza muy marcada por la Isla y bastante precisa, definida, pacífica y abierta. Alimentada por puertos francos y el contacto al exterior y que procesaba un flujo y reflujo constante sobre América como enlace o corredera desde el viejo centinela a la nueva destiladera. Es decir, desde el viejo al nuevo continente.
Y echaron raíces y crí@s a montón. Trabajaron duramente por la sobrevivencia y, codo a codo, recogieron en sus vidas retrocesos, progresos y sucesos. Como siempre, unos fracasaron y otros triunfaron (hay que discutir el significado de estas palabras). Pocos regresaron a sus países, si acaso de rebote y se quedaron enganchados en el bote. Les gustó y les llenó, que no se juegue a las canicas, ni a los meblis,… sino a los boliches. Puedo mencionar como buques insignias a D. Amid Achí, o a D. Fernando Wehbe y a sus hermanos como ejemplos de llegados de lugares de un entorno, pero los hay a cientos y templados en muchos hornos. A familias como los Olsen de otros pagos y otros modos. La significativa y extendida colonia hindú, con sus hij@s integrados (Daswani, Satyani…) y mandándolo al carajo si no va con desparpajo y control. En la actualidad existen colonias de alemanes (Shuman, Buerbaum,..) y británicos (Smith, Palmer…) integrados con sus hij@s rejuntados con las gentes del lugar. Europeos de todas las nacionalidades empiezan a observarse en el paisaje, apellidos no muy oídos de muchach@s preparados que interiorizan un cariño por su tierra. Canarias, sin más y a veces más que los demás. Que respetan el origen de sus padres, pero no conocen con soltura más enfoque ni ataduras íntimas que las propias del lugar. Cantidades de peninsulares que adoptaron como bandera, los “mi niños” y los nietos son “filliños” de Armeñime, Tijoco, Arure, Teguise o la subida del Guirre o La Longuera que manejan al viejito con “estate ya quietito, resorte o tornillito”. Orgullosos de los riscos, las pencas, de su deje cortaletras y de esta flota de portaaviones en mitad de este océano de isas y bandurrias.
En la actualidad, una novedosa composición de extranjeros nuevos afluye a nuestras mesas. Resultado de la supuesta riqueza y conviniendo la necesidad de regulación, porque no cabemos que en eso aquí no entro los que se adapten, compitan, convivan y se integren, sean de Sebastopol o la Conchinchina, es posible que un día no lejano solidifiquen sus cimientos y generen el orgullo de este sentimiento y una segunda generación de total integración. Como en la botica, hay de todo, pero digo que algunos vienen a luchar por la vida con honradez y dignidad. Con trabajo y sacrificio, y si mantienen la constancia, en el futuro serán un añadido seguro y un puntal de progreso. Que conste, a más de uno lo he observado medio desgañitado animando al Tenerife, caminando a la procesión de la Virgen de Candelaria o lo que más necesita la tierra, currando de sol a sol.
infburg@yahoo.es
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