EL MENTIDERO / Lucía Etxebarria / Escritora
«Lavapiés es un barrio multicultural»
El Mundo, , 27-04-2008Mediado el siglo XX, Cela escribió ‘La colmena’, un friso de aquel Madrid. Con el comienzo del XXI, Etxebarria ha escrito ‘Cosmofobia’, sobre la ‘colmena’ de Lavapiés. La autora, premio Nadal y Planeta, plantea la crisis de la globalización. Tal vez por eso ‘Cosmofobia’ es un éxito también fuera de España Su Cosmofobia parece La colmena del XXI. Todo un hito.
Respuesta. – Sí, parece una colmena. ¡No, un hito! Todas las edades, todas las clases sociales y todas las orientaciones sexuales en un mismo sitio.
P. – Ciento cincuenta personajes en el océano del barrio de Lavapiés.
R. – El intento era conseguir hacer voces diferentes, lo que requiere trabajo… Y haber hecho muchas novelas antes.
P. – A partir de Lavapiés, de las calles Salitre y Tribulete, una visión de Madrid.
R. – Todas las ciudades, París, Londres, Sevilla o Bilbao, tienen un barrio de inmigrantes, más o menos degradado.
P. – Se trata de una novela testimonial.
R. – Casi todo lo que está contado ahí es verdad. No hay mucha ficción. A mí lo que me interesa es hacer novela realista, realista, realista.
P. – En muchas ocasiones, la doble o la triple cara de sus personajes.
R. – Es que me interesa mucho el hecho de que nuestra realidad es algo poliédrico y todos intentamos simplificarla para poder vivir en ella.
P. – Lawrence Durrell, en El cuarteto de Alejandría, hizo algo así en sus cuatro novelas. Usted, en una.
R. – Ja, ja… Hay muchísimo de Durrell, y nadie se había dado cuenta… A mí El cuarteto de Alejandría, sobre todo Justine, me tiene fascinada.
P. – Visión estereoscópica de Lavapiés, de un Madrid de hoy.
R. – Lavapiés es el mejor sitio para hacer una visión poliédrica puesto que es multicultural.
P. – Lavapiés, multicultural. «Las comunidades se toleran», escribe.
R. – Se toleran, pero la realidad es que no se mezclan. Pero están condenadas a mezclarse aunque no quieran. ¡En España llevamos mezclándonos más de treinta siglos!
P. – En Cosmofobia, madrileños que proceden de todo el mundo, del resto de España, ¡incluso de Madrid! La mancha de aceite se extiende desde la ludoetnia infantil del Parque del Casino, entre Embajadores y el Rastro, a todo Madrid.
R. – No sólo se extiende, sino que atrae a mucha gente. Hay muchos pijo – alternativos que van, como el turismo de parque temático, a Lavapiés a ver inmigrantes y hacerse los modernos, y luego vuelven a casa de sus padres en Pozuelo.
P. – En esa ludoteca, niños de todas las etnias. Incluso su hija, Allegra.
R. – Hay dos ludoetnias. La que yo he descrito es la de derivados de servicios sociales que son niños con familias desestructuradas. Mi hija va a la otra.
P. – En la novela, de los niños pasamos a las madres y sus problemas…
R. – Y a los novios de las madres, a los hermanos de los novios de las madres, a los jefes, a los amigos y a los amantes… Claro, esa es la idea.
P. – Su madre, con siete hijos – usted, la última – , «católica, apostólica, romana… y practicante», se asustó con sus primeras novelas.
R. – Ella asegura no haberlas leído. A mi madre la quiero mucho, y ella a mí.
P. – En Un milagro de equilibrio, Premio Planeta de 2004, con Allegra en portada, una escritora redacta para su hija la experiencia de lo que supone para alguien ser madre…
R. – Entre la muerte de su madre y el nacimiento de su hija. Me planteaba, ante una vida que se acaba y otra que nace, qué hago yo entre medias.
P. – Una sociedad ésta, diferente a la sociedad en la que usted nació.
R. – Hombre, porque yo nací sin contestadores de teléfono, sin internet, en una sociedad nada globalizada. La sociedad en la que nací estaba menos alienada que ésta.
P. – Sus novelas, testimonio de esa mutación: Amor, curiosidad, prozac y dudas (1997) o Beatriz y los cuerpos celestes (Premio Nadal de 1998). La vidas nocturnas…
R. – Yo conozco muy bien vidas nocturnas pero nunca he llegado a meterme del todo… Si me hubiera metido del todo no podría haber escrito nada. En esta sociedad hay una santificación de la noche, la juerga, los porros…, y no se cae en que es una situación que al final es hiperdestructiva.
P. – La inmigración y los papeles, uno de los temas más importantes de Cosmofobia.
R. – Es un problema que conocemos ahora porque éramos un país en vías de desarrollo y nadie venía aquí. Europa en realidad se está formando así, pero en Europa, y muy particularmente en España, siempre ha habido grandes flujos migratorios.
P. – Las madres y las familias desestructuradas, otro tema.
R. – Ayer leí una frase perfecta: «La familia nuclear sólo puede dar supervivientes o víctimas». La familia nuclear está desestructurada porque no tiene un sistema para resolver los conflictos entre sus integrantes.
P. – Las infidelidades, con turistas alemanas o con novias de los amigos…
R. – Vivimos en una sociedad hipócrita. Intentan vender el mito del amor romántico, y también la infidelidad. Y se le crea una esquizofrenia a todo el mundo. No se puede servir a Dios y al diablo.
P. – El racismo…
R. – Una niña china está bien vista como adoptada. Un niño negro, no. Somos racistas selectivos. Hemos tenido de todo, de más aceptados a menos aceptados: chinos, latinos, marroquíes y negros.
P. – Plantea usted los abusos a menores, el maltrato a la mujer…
R. – Casi un 70% de los hombres que abusan de sus mujeres abusan de sus hijas. Un tema del que muy poca gente habla, medios incluidos.
P. – En el barrio «se supone que están escondidos varios comandos fundamentalistas islámicos»…
R. – No se suponía, estaban ahí. Y ha habido unos años en que todo estaba lleno de policías secretas.
P. – Entre los españoles y españolas de Cosmofobia – teleoperadoras, roqueros, modelos, actores… – hay muchas mentiras.
R. – Es la cultura de la apariencia. Antes era: tanto tienes, tanto vales. Y ahora es: tanto aparentas, tanto vales.
P. – «En este punto de encuentro, en este eje cartesiano de contrarios en el que se destila el jugo de lo que va a ser, probablemente, el mundo del futuro», Yamal, y sus personajes. ¿Qué va a ser el mundo del futuro?.
R. – Si no paramos el cambio climático, un desierto muy violento. Hay que decir que si esta sociedad de consumo desaforado no para, el futuro no va a existir para nadie.
P. – ¿Cosmofobia o cosmofilia?
R. – ¡Cosmofobia! Yo misma tengo miedo al mundo y miedo al futuro.
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