"Es vital que todos transmitamos una cultura de respeto a los derechos humanos"
Diario de noticias de Alava, , 24-04-2008Vitoria. Este año es su 60 aniversario. Los derechos humanos adquirieron forma de Carta Magna el 10 de diciembre de 1948 y desde entonces comprometen a todos los pueblos y naciones a promover mediante la enseñanza y la educación el respecto a las libertades fundamentales, y a velar por su reconocimiento y aplicación efectivos. Vitoria toma nota y celebra la efeméride con una charla sobre derechos humanos y cooperación. La invitada, de excepción. Valentina Milano, funcionaria del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, ofreció ayer una conferencia sobre cómo incorporar el enfoque de las libertades fundamentales en la ayuda al desarrollo.
¿En qué consiste ese nuevo enfoque de la cooperación al desarrollo?
Se basa en que los programas de cooperación al desarrollo que se lleven a cabo desde los distintos países promuevan explícitamente el respeto a los derechos humanos. Por ejemplo, si se trata de construir una escuela, ese proyecto tiene que formularse en términos del derecho a la educación que tienen los niños. Ya no se trata sólo de un acto de caridad, sino de permitir a esas personas reconocer sus libertades – muchas veces no son ni conscientes de que las tienen – y darles herramientas para reivindicarlas. La metodología de esas actuaciones también tiene que seguir unos principios de derechos humanos, como la igualdad y no discriminación, la participación y el principio de rendición de cuentas.
¿Qué temas constituyen una prioridad hoy por hoy para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos?
Muchos. Se está trabajando, por ejemplo, en la lucha contra el racismo y la xenofobia, tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, donde se ha constatado un crecimiento en los últimos años. La discriminación racial es un fenómenos muy ligado a la pobreza. Nosotros hicimos una misión en Brasil y comprobamos cómo allí las violaciones de derechos humanos de la población indígena y negra son la causa profunda de la miseria del país.
¿Qué otras zonas del mundo son hoy foco de este tipo de abusos contra las libertades?
Hay tantas… De China recibimos muchas denuncias y es muy difícil atajar la situación porque las autoridades están cerradas. Se persigue a los opositores políticos y todos los que trabajan defendiendo los derechos humanos están gravemente amenazados y son encarcelados durante años. Hay problemas enormes de libertad de expresión, y la Justicia está totalmente a la orden del Ejecutivo.
Y en Europa, ¿cómo están las cosas en materia de derechos humanos?
Desde las Naciones Unidas estamos tratando sobre todo temas de racismo e inmigración. Es un asunto bastante sensible en Europa. El derecho a una vivienda digna también se ha tratado. En marzo, un informe de la ONU concluía que en España, por ejemplo, había buen acceso en general, pero que se daba un fenómeno en algunas zonas que presionaba a la gente mayor para abandonar sus viviendas y luego se especula con ellas. También se constató que las mujeres tenían más difícil el acceso que los hombres.
El lema escogido por las Naciones Unidas para celebrar este 60 aniversario ha sido Dignidad y Justicia para todos nosotros . ¿Qué se quería transmitir?
El objetivo es subrayar la cuestión de la justicia para todos, que responde al principio de rendición de cuentas, según el cual los estados deben rendir cuentas de lo que hacen para que se controle el cumplimiento de sus obligaciones. Tiene que haber organismos que vigilen la conducta de los países. Hay mucha impunidad en el mundo frente a la violación de derechos humanos. Sin una Justicia eficaz, todo lo que podamos hacer desde la cooperación no sirve para nada. En la República del Congo, los proyectos que llevamos a cabo no han tenido resultados y hay violaciones, crímenes y matanzas. Pero quedan impunes. Si la Justicia de cada Estado no sanciona a los culpables, se seguirá matando y violando.
¿Cómo puede el ciudadano de a pie velar por el cumplimiento de los derechos humanos?
Muchos asistimos a ataques machistas o racistas en el día a día. Hay que responder ante eso, porque el silencio alimenta la impunidad. Es un problema cultural y es vital que todos transmitamos esa cultura de respeto a las libertades fundamentales y prediquemos con el ejemplo. Más acción y menos palabra.
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