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El africano que salvó a un joven que cayó al Lérez, acusado de más de 30 violaciones

La Voz de Galicia, López Penide, 19-04-2008

El fiscal afirma que Unissa Mansaray, al que muchos consideraban un héroe, forzó a sus hijas durante meses

El fiscal afirma que Unissa Mansaray, al que muchos consideraban un héroe, forzó a sus hijas durante meses

La historia de Unissa Mansaray, sierraleonés de nacimiento, es bien conocida por muchos pontevedreses, que lo tienen por un héroe, desde que salvó a un joven hace tres años de ahogarse en el Lérez. Lo que pocos sabían es que desde enero del 2006 había cambiado su piso de Marín por las rejas de la prisión de A Lama, porque se le acusa de más de 30 violaciones a sus dos hijas, así como de maltratarlas. Por esos cargos el fiscal solicitará este martes 476 años de prisión.

Los hechos que se le imputan se produjeron supuestamente a partir de junio del 2002, pero su historia comienza varios meses antes. En marzo de ese año, una pontevedresa acudió a los medios de comunicación para que su novio, Mansaray, pudiera retornar a Pontevedra. Marinero apartado de la mar por una invalidez, estaba atrapado en el aeropuerto de Senegal mientras se ponían en duda los papeles que aseguraban que tenía concedida la reagrupación familiar con sus dos hijas de 14 y 13 años.

Todo se aclaró y el 4 de mayo del 2002 se produjo el reencuentro en tierras gallegas. Un mes después comenzaron las violaciones, según se desprende del escrito del fiscal. Añade que los abusos duraron, con una cadencia de dos por mes, hasta septiembre del 2003.

Un calvario para las niñas

El calvario de las niñas no se limitó, aparentemente, a las continuas violaciones. El fiscal del caso no duda en afirmar que «con el fin de atentar contra la dignidad humana de sus hijas, así como al libre desarrollo de la personalidad de estas» las obligaba a levantarse a las seis de la mañana para que, antes de ir al instituto, limpiaran la casa e hicieran la comida. Añade que los insultos eran el pan de cada día y que supuestamente las amenazaba con devolverlas a Sierra Leona si denunciaban las agresiones sexuales.

Estos comportamientos eran especialmente vejatorios en el caso de la menor de las hermanas, según el fiscal. Tal vez le influía el hecho de que la pequeña tenía «un carácter más díscolo y rebelde que el de su hermana, lo que provocaba que tuviera frecuentes roces con el procesado», quien, supuestamente, la llegó a discriminar con respecto a su otra hija dejándola sin regalos cuando se los compraba a la mayor.

Por todo lo relatado en el escrito acusatorio, no es de extrañar que el fiscal del caso incida en que las dos hijas, que ahora viven con la novia de su padre, puedan sufrir episodios de hipocondría y depresión suicida, entre otro tipo de padecimientos.

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