Una delegación europea formada por directores de colegios públicos, inspectores y asesores educativos acudió ayer al instituto de Astrabudua, en la localidad vizcaína de Erandio, para conocer de primera mano la excelencia de sus programas de integración con el alumnado inmigrante. La visita se encuadra dentro del proyecto Arión de la Unión Europea, destinado a favorecer el intercambio de experiencias pedagógicas entre los representantes de las instituciones escolares de los socios comunitarios.

La apretada agenda del grupo de 15 expertos procedentes de Alemania, Inglaterra, Italia, Lituania, Holanda, Eslovaquia, Polonia y Turquía ha incluido visitas a los centros considerados referentes en la UE, entre los que se incluye el de Astrabudua, un modelo de convivencia y éxito escolar con extranjeros. «No se trata de convertirlos a todos en ‘vasquitos’. Se da una permeabilización de la cultura. Intentamos formarles no sólo en lo académico», explicó ayer el director del centro, Jesús Fernández, que ejerció de anfitrión de sus colegas europeos.

El alumnado foráneo comenzó a irrumpir en sus aulas en 2002. Este curso representa el 59% de los estudiantes del modelo A y el 41% de todo el alumnado. La mayoría es de origen latinoamericano, aunque también hay muchachos originarios de Marruecos y Rumanía; algunos, incorporados hace escasos meses. Aunque en Astrabudua ya se aplicaban con anterioridad programas de intervención socioeducativa, la ruptura de sus redes afectivas y la inestabilidad económica familiar que padecen a menudo los adolescentes inmigrantes empujaron al centro a diseñar proyectos especiales y a establecer redes de colaboración con diferentes agentes sociales para prevenir el fracaso escolar.

Buenos resultados

«Figuramos entre los centros menos conflictivos de Vizcaya», dice el director. Los resultados del informe Pisa avalan esta afirmación. En matemáticas Astrabudua logró una media superior no sólo a la obtenida por los centros de su entorno, sino a la de la comunidad autónoma y la europea. En lectura también rebasó el listón vasco y el comunitario, y duplicó el de su entorno.

En el instituto vizcaíno, los recién llegados y los alumnos con dificultades se incorporan a las aulas PIES, un programa de intervención educativa. Se reparten en cuatro pequeñas dependencias, que cuentan con entre doce y dieciséis muchachos que estudian en el modelo A. Cuentan con una profesora de refuerzo lingüístico y han alcanzado un nivel coloquial de euskera.

Muchos escolares del PIES también participan en Bultzatzen, un proyecto apoyado desde hace cuatro años por el Departamento de Pedagogía de la Universidad de Deusto y que financia del Ayuntamiento de Erandio. La actividad de esta novedosa iniciativa se inicia a 16.30 horas de la tarde, cuando los alumnos hacen los deberes, meriendan y después participan en talleres de cocina, informática y manualidades. Les acompañan tres jóvenes educadoras sociales y algunos voluntarios.

«Si no estuvieran aquí, pasarían mucho tiempo en la calle o delante de la tele», explica la educadora Izaskun Marín. Bultzatzen es como una gran familia que ha ido aumentando con el paso del tiempo. Entre los adolescentes que se han sumado a las actividades está Madeleine, de 15 años, que llegó de Bolivia hace un año y quiere ser médico de mayor. «De Bultzatzen me gusta todo asegura. Ahora saco muy buenas notas; en el último examen tuve un 7,6». Jairo, un chico colombiano de 13 años, asegura haberse sumado a este proyecto porque «todos mis amigos están aquí».