La emigración es problema de todos

La Prensa Gráfica, 14-04-2008

… La emigración como la inmigración traen problemas, desafíos, demandas y responsabilidades. Todo eso es lo que hay que tratar en común…

Los grandes problemas del presente, en una realidad que se regionaliza y globaliza en forma acelerada, presentan una connotación cada vez más notoria e identificable: su carácter transversal. Y esto no es excepcional para una sola temática, sino que responde a esa tendencia a la transversalidad que rige prácticamente todos los fenómenos de nuestro tiempo. La política, la economía, el conocimiento, la emigración, la seguridad, la búsqueda del futuro, entre otras, son cuestiones que ya no pueden ser encapsuladas en sí mismas: ahora todas interactúan transversalmente, es decir, atravesándose de manera constante unas en otras, lo cual demanda respuestas acordes con esta naturaleza actual de las cosas.

Lo que es para unos países la emigración y para otros la inmigración, que constituyen desde luego un solo fenómeno, debe verse como un todo, en el que tanto los países de emigración, entre los que están el nuestro y los de nuestro entorno, como los de inmigración, fundamentalmente Estados Unidos, tienen que desarrollar una política y una estrategia integradas, que considere todos los componentes legales, económicos y humanos de la problemática. Estados Unidos no halla aún cómo encarar dicha problemática, e iniciativas como la persecución de ilegales y el famoso muro fronterizo sólo complican más las cosas.

Por otra parte, conductas tan absurdas como los eventuales maltratos a los connacionales en su paso por México demuestran cuánto falta por hacer. Y que eso pueda estar pasando en México, país hermano que tiene una enorme población emigrante en Estados Unidos, es doblemente absurdo y condenable. Las autoridades deben esclarecer estas denuncias.


HAY QUE LLEGAR A SOLUCIONES PLENAS

Las migraciones, tal como se dan en estos días, deben ubicarse dentro del evolutivo esquema de la realidad global. En otras épocas, las fronteras eran rígidas y las posibilidades migratorias también lo eran. Los emigrantes iban a sus países de destino a hacer una nueva vida, totalmente separada de su vida en los países de origen. Hoy, dada la fluidez cada vez mayor de las comunicaciones, los emigrantes buscan una nueva vida pero vinculada con su vida anterior. Y esta característica es propia de una época de fronteras flexibles, en las que se puede ir tras las fuentes del desarrollo manteniendo la conexión con las necesidades de la sociedad de la cual se procede. De no ser así, no se entendería que, en estos momentos, la economía nacional esté sostenida por el esfuerzo de nuestros emigrantes.

En el otro lado de la moneda, las sociedades que reciben inmigrantes en forma masiva se benefician con el trabajo de quienes van en busca de esa nueva vida. Y más todavía cuando los países desarrollados están padeciendo ya los efectos de la disminución de su población joven y del rechazo de mucha de su gente a hacer cierto tipo de labores. En otras palabras, ambas partes los países de origen y los países de destino obtienen importantes ventajas del fenómeno. Y todo esto reclama tratamientos realistas y actualizados.

Desde luego, tanto la emigración como la inmigración traen problemas, desafíos, demandas y responsabilidades. Todo eso es lo que hay que tratar en común, para que las cosas no se enreden de manera incontrolable en vez de irse resolviendo sensatamente.

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