Mueren 54 inmigrantes birmanos que viajaban hacinados en un camión
Las víctimas pretendían entrar en Tailandia y huían de la represión del régimen de Myanmar
Las Provincias,
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11-04-2008
Aunque hace tiempo que el azafrán desapareció de los medios de comunicación, el drama en Myanmar, la antigua Birmania, continúa. Según la oposición en el exilio, la represión no ha cesado y muchos birmanos sólo consideran la inmigración ilegal como escapatoria a la pobreza crónica que asola el país.
En muchas ocasiones, su odisea termina en tragedia. La última, antesdeayer, cuando 54 birmanos, entre ellos 37 mujeres, perdieron la vida en el contenedor frigorífico en el que viajaban clandestinamente hasta la ciudad de Phuket, destino turístico por excelencia. En el camión viajaba un total de 121 personas, que fueron incapaces de escapar cuando el sistema de ventilación dejó de funcionar correctamente.
Podrían haber pagado entre cien y trescientos euros para llegar a las arenas blancas del sur del país y encontrar un trabajo temporal. Su caso es paradigmático de la marea migratoria que surge de Myanmar, un país azotado por conflictos étnicos, narcotráfico, y una despótica Junta Militar que el miércoles hizo pública su propuesta para una nueva Constitución, que en ningún momento ha tenido en cuenta a la oposición, y que será votada en referéndum el día 10 de mayo.
Con este movimiento, el general Than Shwe y sus acólitos pretenden aliviar la presión internacional que se cierne sobre su régimen desde que estalló la Revolución Azafrán en septiembre del año pasado. Sin embargo, la oposición denuncia que el nuevo texto proporcionará aún más poderes a los militares, que se aseguran un mínimo de 56 escaños en un parlamento de 224.
Mientras tanto, el país sigue desangrándose lentamente. Los campos de refugiados del norte de Tailandia no dan abasto, y las condiciones de inmigrantes y exiliados sufren una seria degradación. Myanmar está considerado uno de los principales países emisores de mujeres y niños para la esclavitud sexual.
En el drama de la inmigración ilegal entre Myanmar y Tailandia, generalmente participan policías y militares de ambos países, y se ha convertido en un lucrativo negocio que mueve decenas de millones de euros. La ruta más utilizada es la que une el norte de Tailandia y el centro de Myanmar en la región conocida como triángulo del oro, que también es un punto clave del tráfico de opio y otros estupefacientes.
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