día internacional del pueblo gitano >
Gitanas del siglo XXI
Tres jóvenes calés que han optado por labrarse un futuro lejos del tradicional mercadillo comparten con DEIA sus experiencias e inquietudes ante la celebración, el próximo 8 de abril, del Día Internacional del Pueblo Gitano.
Deia, 06-04-2008Ha vivido en Londres, tiene el First, sendos ciclos formativos, un trabajo en una tienda de móviles y un novio venezolano. A pesar de que Ahinoam Vizarraga ha demostrado más que de sobra ser una “gitana del siglo XXI”, los que la siguen en las tiendas para ver si roba parecen haberse quedado anclados en el pasado. Al igual que esta joven vasca, Baby García y Kristal Montoya han cambiado los tenderetes del mercadillo por los pupitres para labrarse un futuro.
UNIVERSITARIA > baby garcía
“Me molesta que se piense que vivimos de las pagas”
Baby García tiene, bajo su infinita melena negra, una cabeza muy bien amueblada. No en vano es la primera de su familia que pisa la Universidad. “Me decidí a hacer una carrera para demostrar que puedo estudiar y para tener más salidas”, asegura esta joven, para quien “hoy en día el mercadillo está muy mal”. “Tan pronto tienes venta como no. Es mejor tener un trabajo estable, donde no pases frío ni calor. Hay que cambiar la situación de los gitanos en edad de estudiar para que vean que el día de mañana el mercado no va a ser seguro”, advierte, consciente de que “algunos padres sacan a sus hijos de la escuela porque no van bien o porque los necesitan para que les ayuden”.
A pesar de que en la escuela algún niño le dijo “alguna barbaridad”, Baby hizo oídos sordos y, a diferencia de otros adolescentes gitanos, se aferró a su pupitre hasta concluir el Bachiller. “Conozco a chavales que están estudiando, pero la gran mayoría decide quedarse en el mercado o ayudar en casa”, constata. Siguiendo la estela de sus padres, ambos educadores sociales, y de sus dos hermanas, que cursaron ciclos de grado superior, dio un paso adelante y se matriculó en Deusto. “Elegí Trabajo Social porque me gustaría ayudar a las familias gitanas que necesitan pedir la paga y no saben qué papeles presentar”, explica, convencida de que las chicas “estamos más decididas a tirar para adelante para que después también otros niños puedan estudiar”.
A sus 18 años, cuando otras gitanas “se prometen” y cierran de un portazo las aulas para “dedicarse por completo a cuidar de su marido y sus hijos”, Baby se afana en levantar los cimientos de su futuro profesional. “Yo creo que no voy a tener ningún impedimento por ser gitana a la hora de trabajar”, dice ilusionada, aunque en seguida reconoce que “es posible que en algunas empresas sí que haya alguna reticencia”. Pese a todo, su empeño por poder ganarse el pan es tal que le irrita que se ponga en duda. “Una de las cosas que más me molesta es que se piense que vivimos de las pagas. Si necesitamos las pagas, será por algún motivo, por ejemplo porque tenemos algún familiar enfermo”, señala y se apresura a explicar que “como la familia se vuelca en cuidarlo, sólo puede trabajar uno de sus miembros y un salario no llega para todos, porque suelen ser familias numerosas, con lo cual – concluye con naturalidad – es normal que pidan pagas”.
Lo que ya no le parece tan bien es que algunos gitanos traigan al mundo más churumbeles de los que pueden mantener. “Deberían mirar si sus posibilidades económicas les permiten tener más hijos, más que nada para que tengan una infancia normal, sin necesidades. Hay familias que no se dan cuenta de eso, tienen el hijo y bienvenido sea, pero les faltan recursos para cuidarlo bien”, admite esta bilbaina, antes de precisar que “ahora hay matrimonios que tienen uno o dos hijos, pero lo normal son tres o más”.
Puestos a sincerarse, Baby reconoce que entre los suyos aún se rechaza la homosexualidad. “Nos cuesta aceptar que haya hombres a los que les gusten otros hombres o mujeres a las que les gusten otras mujeres”, confiesa. Con los inmigrantes no pasa igual. “No nos vamos a poner nosotros a discriminar a nadie cuando nosotros también fuimos extranjeros en su día”, señala esta gitana de pro que reivindica “la cultura, tradiciones y bandera” de su pueblo sin que eso signifique “cerrarse al resto”.
DEPENDIENTA > ahinoam vizarraga
“Todavía nos siguen en las tiendas para ver si robamos”
Soltera con compromiso y un currículum que para sí lo quisiera más de un payo – trabajó en Londres, domina el inglés y ha estudiado sendos ciclos de Información y Comercialización Turística e Imagen Personal – Ahinoam Vizarraga atribuye a sus padres la clave de su éxito. “Ellos han tratado muy mucho de que tengamos la mejor educación. Nos han enseñado que la educación es para todos, que amplía la cultura y que no te hace dejar de ser gitano, sino al contrario, porque valoras más lo que tienes”, asegura. Ella, a su vez, transmitió a las niñas con las que trabajó como educadora la ilusión por cumplir los sueños. “Les decía: Si queréis trabajar en el mercadillo, genial, pero si queréis estudiar peluquería, hacedlo e id luego al mercadillo, porque así siempre os quedará la otra opción. Además, todo lo que estudiéis es ganancia para vosotras”, rememora.
Empleada en una tienda de teléfonos móviles en Bilbao, Ahinoam se ha convertido en un referente dentro de su propia familia. “Que yo trabaje a mis sobrinos y a mis primos les motiva. Dicen: ¡Jo, pues qué guay!”, cuenta con simpatía esta mujer que a sus 29 años podría tener, de haber seguido los pasos de sus antepasados, una extensa familia. “Ahora el pedimiento entre gente muy joven, de entre 15 y 16 años, ya no se suele dar. Las familias cada vez dicen más: Disfruta, estudia un poco, prepárate, porque la mentalidad está cambiando, pero a veces son ellas mismas las que, si les gusta una persona, se piden, están un año o dos de novios y se casan”, detalla, sabedora de que “tampoco está muy arraigado que haya oportunidades de hacer otras cosas”.
Rizando el rizo, a esta joven de Abanto no sólo le han seguido por los pasillos de una tienda “por si acaso iba a robar”, sino que le han llegado a pedir que vigile en un comercio a personas de su misma etnia. “Estuve trabajando en un sitio en el que no sabían que yo era gitana. Entró una familia de gitanos y me dijeron: ¿Puedes seguir a esas personas? Les pregunté por qué. Pues porque son gitanos, van a robar. Eso me lo dijeron mis jefes. Te puedes imaginar mi respuesta. Eso lo he vivido en mis propias carnes, en pleno siglo XXI y todavía pasa”, se lamenta. “El gitano tiene que estar demostrando todo el tiempo que no es un ladrón y que es buena persona”, añade indignada.
Molesta porque “sólo por ser gitano te discriminan”, Ahinoam se muestra algo más que comprensiva con los inmigrantes. “Mi novio es venezolano. Con eso te lo digo todo”, zanja la conversación, no sin antes reconocer, en referencia a los gays, que “en la pluralidad no son bien vistos, aunque en lo personal hay que respetarles”. Como despedida, Ahinoam comparte con “todas las mujeres gitanas” una frase que “marcó” su vida. “Si mi determinación por alcanzar la meta es lo suficientemente poderosa, nada ni nadie me hará fracasar. Me la dijo mi padre y es mi lema. Llegar a donde uno quiere sin pisar a nadie”.
mediadora > kristal montoya
“Me echaron de un trabajo porque mi aspecto no pegaba”
Kristal Montoya siempre ha querido estudiar y, de momento, nada se ha interpuesto en su camino. De hecho, ha cursado el ciclo de grado medio de Gestión administrativa, trabaja como mediadora social en la asociación Kale Dor Kayiko y su intención es hacer el año que viene el acceso a la Universidad para matricularse en Magisterio. “Todo el mundo me felicita. Me ha costado, pero aquí estoy”, subraya esta bilbaina que en las aulas ha encontrado “compañeros que le han ayudado un montón”, pero “también gente que no lo veía bien”. “Para nadie es fácil cuando hay racismo en la sociedad. Bien por unos, bien por otros, no vas a ser bien aceptado por todo el mundo. Pienso que se les hacía raro ver a una gitana estudiando”, busca una explicación.
También en el trabajo Kristal ha sufrido la discriminación. “Una vez me echaron de un comercio en cuanto se enteraron de que era gitana. La explicación que me dieron fue que mi apariencia no pegaba con la tienda”, recuerda con cierta resignación. Tras invitar “a todo el mundo” a participar en los actos de celebración del Día del Pueblo Gitano, que tendrán lugar a partir de las cinco de la tarde del próximo martes en el Arenal de Bilbao, esta joven veinteañera recuerda, para quien lo haya podido olvidar, que “todos somos iguales y tenemos los mismos derechos y obligaciones”.
las frases
“El mercadillo está muy mal, es mejor tener un trabajo estable donde no pases frío ni calor”
baby garcía
Estudiante de Trabajo Social
“A algunos gitanos no les dejan estudiar y otros no quieren, cada familia es un mundo”
kristal montoya
Mediadora social
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