Paco Rodríguez

Madrid – Las mujeres extranjeras que llegan a España sufren problemas de integración desde el primer día por las barreras idiomáticas, de costumbres y de convivencia. Precisamente, este último aspecto provocó que el 33 por ciento de las denuncias por violencia de género presentadas en 2007 fuera de mujeres extranjeras (suponen el 11 por ciento de la población), según afirmó ayer Ana María Uría, abogada de la comisión de Extranjería de Cantabria.

Durante el «Curso de Formación sobre Violencia de Género», organizado por el Consejo General de la Abogacía, Uría destacó que este dato es muy relevante porque para que estas mujeres decidan dar este importante paso deben darse muchos condicionantes. Según Uría, «la mayoría están alejadas de su ámbito familiar, tienen sensación de fracaso y sufren una profunda depresión, provocada por su lucha por la supervivencia. Si además padecen malos tratos, a todo lo anterior tienen que sumar los problemas añadidos que provoca presentar la denuncia».

Asimismo, añadió que «tomar esta decisión es más una complicación que una liberación para las víctimas, porque la mayoría de ellas depende económicamente de sus parejas y, casi siempre, la denuncia provoca un rechazo y una ruptura de su entorno».

Romper con el pasado

Este problema es especialmente grave entre las mujeres latinoamericanas y subsaharianas. Según la abogada, las primeras «buscan enseguida una pareja que les aporte estabilidad y autoestima, porque desde los 15 años están acostumbradas a que pasen hombres por su vida». En cuanto a las subsaharianas, explicó que antes de denunciar «tienen que romper con su pasado e, incluso, su religión y adaptarse a la realidad del país que las acoge».

Uría fue muy crítica con las parejas de hecho entre españoles y mujeres extranjeras porque, «en muchos casos, el hombre se aprovecha del machismo que viven esas mujeres en sus países para convertirse e intenta que se crean que son de su propiedad».


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