LAURA VILLENA

SERVICIO ESPECIAL

BRUSELAS. Se acabaron las colas y la burocracia en los aeropuertos de veinticuatro países europeos. Los nueve países que en diciembre se adhirieron al espacio Schengen eliminaron la madrugada del domingo los controles en sus aeropuertos creando un verdadero espacio de libre circulación que abarca desde la Península Ibérica hasta el mar Báltico, por el que se puede viajar sin necesidad de pasar controles.

Estonia, República Checa, Lituania, Hungría, Letonia, Malta, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia forman parte de Schengen desde el 21 de diciembre, en que desaparecieron los controles marítimos y terrestres, pero esperaban el cambio de hora para eliminar también los controles aeroportuarios y ampliar la «Europa sin fronteras» a 4.278 kilómetros y a 405 millones de ciudadanos.

Así, al mismo tiempo que adelantábamos una hora nuestros relojes, caían la últimas barreras entre Europa Occidental y Europa del Este removiendo inevitablemente la memoria de quienes vivieron en una Europa con muros.

No todos

Desde ayer pueden moverse libremente por la geografía europea los ciudadanos de los países pertenecientes a Schengen (todos los países de la UE – excepto Reino Unido, Irlanda, Chipre, Rumanía y Bulgaria – más Noruega e Islandia) y los pasajeros de terceros países que obtengan un visado para entrar en cualquiera de los Estados miembros.

Está claro que una de las consecuencias de una Europa sin fronteras es la mayor dificultad en el seguimiento de los flujos migratorios y de los grupos terroristas y que la ampliación de Schengen pondrá a prueba la confianza entre los quince antiguos socios y los nuevos, que han tenido que endurecer sus medidas de seguridad para cumplir los estándares exigidos por Bruselas.

«Todos los nuevos miembros han puesto en marcha dispositivos ultramodernos para garantizar la seguridad de la fronteras», ha asegurado el comisario de Justicia, Libertad y Seguridad, Franco Frattini.