Sekinat es una joven africana que llegó a España en el año 2003 buscando un futuro mejor que el que su país podía proporcionarle. Ella es «afortunada» porque tiene los papeles en regla y trabajo estable en una piscifactoría. Se unió a la manifestación de ayer portando la pancarta en primera fila para apoyar la causa: «Todos tenemos que poner de nuestra parte para eliminar los pensamientos racistas. Hay que conseguir una cierta igualdad».

Mohamed tiene 31 años y salió de su país en 1987. Los primeros años los pasó viajando por España, Francia y otros países europeos. Ahora se ha asentado en Euskadi y asegura que «todos los años» participa en la marcha. Él ya tiene papeles y un trabajo estable. Aún así, es consciente de que «la gente aún tiene miedo del que es de fuera». Mohamed acude a la caminata porque quiere «sensibilizar a la sociedad, porque hay muchos que nos ven como algo peligroso».

Usoa es una joven de 32 años, hija de un caribeño que vino a España hace años. Ella se siente privilegiada por ser «primera generación de mezcla de padres. Al fin y al cabo tengo nacionalidad española». Ella es una de las voluntarias de SOS Racismo de Bilbao, cuya marcha ya se llevó a cabo el viernes, y ayer no podía faltar en Donostia. «Es necesario que hagamos todo lo que esté en nuestras manos para ayudar a los que vienen de fuera».

Magai salió de Senegal en busca de algo mejor y ya lleva en Gipuzkoa cinco años. A pesar de todo este tiempo en Euskadi, el joven no ha conseguido papeles. Magai viajó solo, dejando atrás a su familia y amigos. Asegura que para ganarse la vida ha tenido que hacer todo tipo de trabajos de segundo orden, «para negros». Magai acudió a la marcha porque quiere «apoyar la igualdad, porque todavía hay mucho racismo entre la gente».