otros casos de integración

Inserción sin problemas en Santiago

La Voz de Galicia, Marga Mosteiro, 30-03-2008

En los barrios compostelanos de Vite, pionero en el realojo hace 30 años, y Fontiñas, que siguió el modelo hace 15, se superaron casi todos los obstáculos de convivencia

En los barrios compostelanos de Vite, pionero en el realojo hace 30 años, y Fontiñas, que siguió el modelo hace 15, se superaron casi todos los obstáculos de convivencia

La erradicación de poblados chabolistas en Santiago comenzó hace unos 30 años, cuando se construyó el polígono de Vite y el barrio de Almáciga. Entonces, buena parte de los moradores de chabolas e infraviviendas del monte de Conxo y del entorno de Vite consiguieron pisos de promoción pública. Pero, junto a la concesión mayoritariamente en régimen de alquiler, se pusieron en marcha programas de educación familiar y de convivencia social para evitar conflictos. En todos ellos participaron familias desestructuradas tanto gitanas como payas. En este trabajo fue determinante la participación de la Asociación Chavos y la colaboración de la coordinadora del barrio de Vite, que centró su esfuerzo especialmente en la integración de los niños gitanos.

Tras años de proyectos, esfuerzos personales de voluntarios y grandes dosis de paciencia por parte de los vecinos, la mayoría de las familias consiguieron adquirir conductas sociales y fueron capaces de vivir respetando las normas mínimas de la convivencia en comunidad. En la actualidad, en Vite y en Almáciga, salvo contadas excepciones, el ambiente es bueno. Algunos miembros de segunda generación de las pocas familias que no se adaptaron en su momento fueron adjudicatarios de pisos en Fontiñas y, con ellos, se prosiguió el trabajo de educación. En los primeros años también hubo dificultades que ahora están resueltas en la mayoría de los casos.

Una trabajadora social, que prefiere mantener el anonimato por su vinculación al trabajo con el colectivo gitano, asegura que solo debería hablarse de conductas asociales en tres o cuatro familias, compuestas por 40 o 50 personas de un colectivo de 500. En este sentido, un representante de la Fundación Secretario Xitano lamentó que solo trasciendan las conductas conflictivas de algunos individuos y no la vida normal que tienen la mayoría de las personas del colectivo gitano, tanto de Santiago como del resto de Galicia. «Muchos trabajan duro y viven su día a día como cualquiera; estos son los que no generan problemas». Este representante del colectivo teme que esta minoría haga más ruido que los otros e insiste en que la delincuencia es un problema de marginalidad, no de razas.

Rechazo a traficantes

Una mujer gitana que reside en Fontiñas, y que prefiere no facilitar su nombre, lamenta la imagen que se está transmitiendo de las personas de su raza: «No todos somos delincuentes, ni vivimos de ayudas sociales. Trabajamos muchas horas al sol, con lluvia, con frío y con calor. Yo tampoco quiero un traficante cerca, sea de la raza que sea». Otro hombre, también gitano, comenta: «No quiero a esa gente conmigo, y no es racismo».

Una educadora social que trabaja en Santiago asegura que es falsa la idea de que la mayoría de las ayudas sociales sean para familias gitanas o que estas tengan preferencias para los pisos: «El criterio es ingresos e hijos, como todos», defiende.

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