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Doce mujeres con una causa común

La Voz de Galicia, G. P., 24-03-2008

En el aula de formación de la Cruz Roja de Vigo solo se oye la voz de la profesora y el rumor de la calle. Las alumnas, doce inmigrantes unidas por una causa común, atienden las explicaciones, toman nota y preguntan, actitud no siempre frecuente entre el alumnado.

Es una de las clases del curso de auxiliar de ayuda a domicilio. La profesora se llama Paula Covelo, que es directora de integración social de la asamblea comarcal de la organización en Vigo e imparte uno de los tres o cuatro programas que promueve anualmente la institución dentro de su plan de empleo dirigido a inmigrantes.

Solo pueden matricularse quince personas por curso, pero en este hay doce que durante 82 horas recibirán, entre otras nociones, formación sobre cuidados personales, aspectos psicológicos de los colectivos con los que van a trabajar, habilidades sociales y cuestiones normativas sobre servicios sociales, además de puesta al día en contextualización referida a la ayuda domiciliaria. Los programas se desarrollan en colaboración con el Concello de Vigo.

Alto grado de motivación

Muchas de las personas, sino todas, que se capacitan como auxiliares sociales, atenderán, terminada su formación, a mujeres mayores, solas, con dificultades de movilidad o con necesidades concretas en su actividad cotidiana. Es el perfil común de las personas que requerirán de sus conocimientos y cuidados. «Cuando terminen el curso estarán perfectamente preparadas para hacer bien su trabajo. Hay un alto grado de motivación en estas mujeres», señala la profesora.

Mujeres como la saharaui Aisa Mohamed, que ya cuidaba a personas mayores en Madrid: «Me ha ido bien, pero quiero estar al día y seguir formándome. Hay que trabajar y buscar nuevas posibilidades», asegura con determinación.

Salida laboral

Agustina Cáceres es empleada doméstica por las tardes y aprendiz de auxiliar social por las mañanas. El curso de la Cruz Roja le parece una buena idea que debería prender y extenderse: «Aprendemos muchas cosas útiles que nos ayudan a superar las dificultades que plantea la atención a enfermos y desvalidos. Yo lo veo como una buena salida laboral, pero no solo me gustaría trabajar con mayores, sino también con niños», dice esta emprendedora peruana.

«Los mayores necesitan más ayuda», argumenta la dominicana Lourdes Recios, cuidadora de una señora enferma de alzhéimer. «Me encuentro a gusto haciendo ese trabajo. Ella me quiere mucho y yo me encuentro bien a su lado». Lourdes dice que le «encanta» el curso, que le parece muy interesante y necesario, hasta el punto de que piensa partir de él para profesionalizarse.

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