Demografía y empleo

Diario de Noticias, 23-03-2008

E STAMOS a las puertas de visualizar y sentir tanto los efectos demográficos de la caída de las tasas de natalidad en los años ochenta y noventa, como las consecuencias en el empleo en una Vasconia peninsular crecientemente envejecida.

El análisis de las tendencias demográficas sobre el empleo no deja lugar a dudas: la tasa de sustitución de los nuevos entrantes al mercado de trabajo alcanzará aproximadamente un 0,85% en 2010, un 0,70% en 2015 y el 0,60% en el año 2020, en el caso de que se mantengan las tasas de actividad y los flujos migratorios en los niveles actuales. Es decir, que dentro de escasos siete años, por cada 100 personas que se jubilen o prejubilen entre nosotros, sólo les sustituirán 70 nuevos empleados, lo que supone una merma de un 30% anual. Y esta tendencia aumentará ininterrumpidamente hasta el 2020, momento a partir del cual permanecerá estable.

Algunos informes proyectivos que se han realizado hasta el momento calculan que de los cerca de 1.300.000 empleos que existen en la actualidad en Navarra y la CAV, en el plazo de 25 – 30 años se podrían perder unos 422.000, o lo que es lo mismo, el 25% del total.

No se trata de que estas personas acaben atrapadas entre las garras del desempleo, no. Se trata de que nos demos cuenta de que para mantener el nivel de actividad económica que hemos logrado hasta la fecha – con tasas de paro cercanas al pleno empleo y crecimientos del PIB superiores al 3% anual en esta última década – , y salvo modificación radical de determinados patrones económicos (crisis abrupta) y sociales (pautas culturales y condiciones públicas), estamos destinados a dejar sin cubrir miles de puestos de trabajo en el medio plazo. Sin embargo, lejos del catastrofismo es posible articular algunas medidas que pudieran atemperar estos efectos demográficos, atendiendo, al menos, un conjunto de cinco factores.

El primero de ellos se refiere a la relación, ahora mutuamente excluyente, entre la actividad educativa ordinaria y el empleo. En un artículo anterior ya anoté que el debut en el mercado de trabajo se había retrasado notablemente, y en la actualidad apenas un tercio de los jóvenes entre 16 y 24 años compagina ambas facetas vitales, lo que nos sitúa en una ratio de actividad diez puntos inferior a la media europea y que está aún mucho más alejada de la que presentan los países nórdicos y los de la órbita anglosajona.

La segunda cuestión es la relativa a la incorporación de un mayor porcentaje de mujeres a la actividad. No acabamos de acertar en la promoción de mecanismos que posibiliten una mejor conciliación laboral y familiar real. Y, hoy por hoy, ante la disyuntiva de optar entre la familia y el trabajo, las mujeres siguen inclinándose por la primera opción con los riesgos derivados de una compleja vuelta al trabajo. La cantera de las mujeres inactivas entre 25 y 55 años con significativos niveles de formación, se calcula que ronda las 125.000 personas sólo en la CAV, según un reciente informe de Egailan.

El tercer elemento alude a la lucha contra el desempleo. En los últimos años el éxito es innegable, ya que el colectivo de parados ha disminuido bruscamente hasta rozar la tasa de paro técnico o pleno empleo, si bien aún existe cierto margen para una potencial reducción y, consecuentemente, una mejora del empleo.

El cuarto factor hace referencia a los flujos de salida de las cohortes de edad más maduras. Un análisis de los grandes números indica que a finales de 2007, entre Navarra y la CAV había unas 324.000 personas potencialmente activas entre los 55 y los 64 años, de las cuales el 54,6% estaban inactivas (jubiladas o prejubiladas), el 44,4% permanecían ocupadas y el 1% restante, en paro. Puede concluirse que en nuestro entorno, trabajar por encima de los 65 años es extraordinario, y hacerlo por encima de los 55 años ya es minoritario. Añadámosle a esto una edad media de jubilación en torno a los 62 años y tendremos el enfoque general de la situación.

Finalmente, el muy comentado factor de la inmigración. Una variable de compleja gestión, que si bien se ha acrecentado en los últimos años, hoy por hoy presenta un perfil muy definido y de escaso recorrido profesional, ya que la escasa cualificación que mayormente acompaña al colectivo inmigrante que trabaja en nuestro entorno, imposibilita el dar una respuesta ajustada a las crecientes demandas de cualificación hacia las que, según apuntan todos los agentes públicos y privados, deberíamos encaminar nuestro futuro económico y social.

* Sociólogo

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