REPORTAJE

Los inmigrantes se miran el bolsillo

Las remesas hacia Latinoamérica sólo han crecido un 7% el año pasado a causa de la crisis económica de EE UU

El País, SANDRO POZZI, 23-03-2008

La debilidad de la economía en Estados Unidos y su contagio al resto de las economías occidentales puede tener un efecto perverso en el dinero que los inmigrantes mandan a sus países de origen, sobre todo hacia México, país en el que ya empiezan a observarse las primeras caídas. La hostilidad de las políticas migratorias en los estados fronterizos estadounidenses y la debilidad cada vez mayor del dólar están haciendo que cada vez más latinoamericanos miren a Europa para buscar fortuna.

El efectivo que acumulan los inmigrantes que buscan fortuna en el mundo rico y que luego transfieren hacia sus familias en sus países de origen es una importante fuente de ingresos para las economías en desarrollo. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) calcula que sólo los emigrados de los países latinoamericanos y caribeños movilizaron una cantidad de efectivo que ascendió a 66.500 millones de dólares en 2007.

La cifra no para de crecer, como revela la última estimación del BID, y representa más que el conjunto de todas las ayudas oficiales al desarrollo y de la inversión directa en la región. Pero no lo está haciendo con la misma intensidad que en el pasado. El dinero canalizado por los inmigrantes hispanos a través de las remesas fue un 7% más que en 2007. Es la primera vez, desde que se empezó a seguir el trazo de estos flujos de efectivo en 2000, que la tasa de crecimiento se coloca por debajo de los dos dígitos.

Las remesas registraron un crecimiento del 16% en 2006 y un 25% en 2005. Donald Terry, responsable del Fondo Multilateral de Inversiones del BID, explica que esta moderación se debe a que México y Brasil, dos de los principales destinatarios de fondos, “no siguieron las tendencias pasadas”. Dicho con cifras, las remesas de los inmigrantes mexicanos se mantuvieron planas, en los 24.000 millones, mientras que las transferencias de los brasileños bajaron a los 7.075 millones, un 4% menos que en 2006.

La aplicación de leyes migratorias más estrictas en EE UU, donde viven en torno a 11 millones de mexicanos, explica que muchos emigrantes estén limitando el efectivo que mandan hacia su patria por el temor a ser detectados y expulsados del país. Pero pesa también la debilidad económica tras el estallido de la doble burbuja hipotecaria e inmobiliaria, a lo que se le suma el encarecimiento de la energía y de los alimentos.

Es decir, en el caso concreto de los emigrantes mexicanos, se trata de una combinación de miedo y de recursos financieros limitados para hacer frente a la vida diaria. Según la estimación del BID, este cambio de tendencia provocó que unas 600.000 familias se quedaran sin recibir dinero del exterior debido a que el ritmo de crecimiento de los últimos cinco años no se mantuvo. Y ya se calcula que en enero las remesas cayeron un 6%, lo que se califica de una tendencia “preocupante”.

Las remesas son la segunda fuente de divisas de México después de las exportaciones de petróleo. En el caso de Brasil, el motivo es muy diferente y quizá menos dramático, ya que es el desarrollo en su país de origen y la depreciación del dólar frente al real lo que está restando los incentivos para que los brasileños envíen parte de los ingresos a su madre patria. Es más, muchos emigrantes residentes en EE UU están regresando a Brasil sin billete de vuelta.

Los expertos que participaron en esta estimación calculan que tres cuartas partes de las remesas que van hacia América Latina y el Caribe salen de Estados Unidos. Le siguen los países de la Unión Europea y Japón, donde la ralentización económica también parece estar cobrando forma. El BID evita sacar conclusiones definitivas a partir de la moderación en estos dos grandes países.

“Aún no tenemos certeza sobre si se trata de un cambio de corto plazo o el comienzo de una nueva dirección”, reconoce Terry, que considera que el caso brasileño es la muestra de que el país avanza en la buena dirección. Y en términos generales reconoce que se trata aún de “mucho dinero”. Pero, si se confirma la tendencia a la baja, advierte de que “millones caerán en la pobreza”.

El BID calcula que en torno a 20 millones de familias en América Latina y el Caribe reciben con regularidad efectivo generado por los que emigran al exterior. Sin las remesas, precisa Terry, la mitad viviría hoy por debajo del umbral de la pobreza. Los países más vulnerables serían los del istmo centroamericano y caribeño, donde las remesas llegan a representar una buena porción de su riqueza nacional.

Es el caso de Guyana, con el 43% del PIB, o de Haití (35%), Honduras (25%) y El Salvador (18%). Y es que la mayor parte del dinero enviado por los emigrantes (unos 300 dólares de transferencia media) va destinada a la alimentación, a la compra de ropa, el pago de la vivienda y la asistencia médica. Y también se observa que hay un mayor interés por ir a buscar trabajo hacia Europa, porque la legislación es menos hostil hacia la inmigración y por la fortaleza del euro.

Las remesas a los países centroamericanos, de momento siguen al alza, al subir un 11% en 2007. En el Cono Sur fue superior al 8% y, en el caso de las economías de la región andina, el aumento medio fue del 5%. El organismo cree que los países ricos seguirán necesitando de los inmigrantes para hacer frente al fenómeno del envejecimiento, lo que permitirá mantener alto el flujo de las remesas hacia las economías en desarrollo.

El BID utiliza estas estadísticas para poner en evidencia la contribución de los flujos migratorios en el desarrollo económico de los países de origen. Y este año incorporó por primera vez a Chile, por lo que no existen datos de referencia para este país. Además, vuelve a pedir a las entidades que realizan las transferencias que reduzcan las tarifas que aplican a este tipo de transacciones, aunque constatan rebajas que califica de “notables”.

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