La alarma social creada en Novo Mesoiro, un barrio de nuevo cuño situado en el último cinturón urbano de La Coruña, justo en su entrada, a un lado de la céntrica avenida de Alfonso Molina, ha estallado en las bruces del bipartito local, obligado a desmentir los rumores de que los gitanos de Penamoa serán reubicados en los pisos de protección oficial de esa zona. Este asentamiento chabolista, informa Ana Martínez, caduca a finales de año, fecha en la que las 145 familias censadas que allí habitan tendrán que ser distribuidas. Pese a que el ayuntamiento insiste en que van a ser realojadas por toda la ciudad, los residentes de las ciudadelas que se manejan como posibles destinos (también Eirís y Los Rosales) han trasladado a la calle sus protestas. Recuerdan que una de las zonas de Penamoa está considerada como el supermercado de la droga en Galicia, y a ella acceden mil personas al día para comprar su dosis. Dicen que no quieren a estos moradores, y no por su raza, sino por la inseguridad que conllevará su llegada. La situación se repite en Pontevedra, en O Vao (Poio), un poblado marginal peligroso conocido por el narcotráfico. Los chabolistas de este lugar alojados en Monte Porreiro manifiestan que dejarán sus casas, ante la presión de los vecinos, que han solicitado garantías por escrito de su salida. En Volta do Castro, en Santiago, en un área de viviendas sociales, los gitanos también han provocado quejas.