Trabajadores inmigrantes, no esclavos

Diario de Noticias, por javier larequi quintana, 19-03-2008

A
L conmemorar el 21 de marzo el Día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia, vienen a la memoria algunas de las chirriantes declaraciones del PP en la campaña electoral sobre los inmigrantes. El señor Rajoy proponía que al llegar, firmasen un documento comprometiéndose a cumplir las leyes y costumbres de nuestro país, a aprender la lengua, trabajar activamente para integrarse en nuestra sociedad, pagar sus impuestos y regresar a su país si perdían el empleo. El señor Rajoy afirmaba que los extranjeros hacen mal uso y colapsan los servicios sanitarios, porque son gratuitos; que en el acceso a muchas de las viviendas de VPO o plazas escolares tienen preferencia a los españoles por sus bajas rentas, y ponía la puntilla diciendo que casi el 90% de delincuentes que se encarcelan en España son inmigrantes. Finalmente, manifestaba, como recordarán ustedes, que se ha dejado entrar a tantos, que no cogemos todos en este país.

Declaraciones como éstas no contribuyen al fomento de la convivencia, la integración plena de los inmigrantes en nuestra sociedad o a evitar la xenofobia y el racismo. El señor Rajoy y el PP conocen perfectamente las estadísticas y las manipularon demagógicamente para recabar el voto de algunos incautos. Saben que una parte importante de los inmigrantes que vienen a España son comunitarios y no cuestionables, por tanto. Por las estadísticas de la Seguridad Social conocen que los inmigrantes han contribuido en 2007 con nueve millones de euros, el equivalente a casi un millón de pensiones. De otras fuentes conocen que, entre lo que aportan los inmigrantes al Estado, Administraciones autonómicas y locales vía impuestos, y lo que reciben, el Estado goza de un superávit de 5.000 millones de euros. Finalmente, por no abrumar con cifras y datos, el PP sabe que en los primeros años del siglo XXI, los inmigrantes, con su trabajo y esfuerzo, han contribuido a casi el 40% del crecimiento del PIB per cápita en España, más de 600 euros de la renta anual por persona.

¿Por qué entonces esa campaña sobre los inmigrantes? En ese laboratorio social que se mueve constantemente, el CIS viene detectando hace algún tiempo la preocupación de algunos españoles por la inmigración y el PP no ha desaprovechado nada en campaña. En el barómetro de diciembre, los encuestados observaban cinco grandes problemas, a gran distancia del resto: el terrorismo (39%), el paro (38%), la economía (32%), la vivienda (28%) y la inmigración (27%). Preguntados si la inmigración les afectaba directamente o no, el porcentaje descendía considerablemente y, sólo unos pocos encuestados, muy marginalmente, manifestaban estar afectados por el racismo. Quienes así opinaban eran algo más hombres que mujeres, viven en poblaciones pequeñas y medias-altas, disponen de estudios básicos y medios, se sitúan entre 25 y 54 años de edad, son un grupo considerable de la sociedad, y se confiesan, mayoritariamente, de derechas o muy de derechas.

Puede ser una de las pistas del porqué de la campaña; pero, ante eso, hay que decir que la inmensa mayoría de los inmigrantes vienen a trabajar dignamente y en busca de una vida con más expectativas y oportunidades que las que le brinda su país de origen. Quieren trabajar disfrutando de los derechos a los que les asiste la ley, como todo trabajador; nunca para ser tratados como esclavos, ni empleados en la economía sumergida, como algunos quisieran.

En la UGT tenemos claro que nuestra economía necesita de los inmigrantes para crecer, porque nuestra población es escasa. Sabemos que trabajan fundamentalmente en tareas que los nativos empezamos a no querer ejercer, como la agricultura, la construcción o el servicio doméstico, entre otras. También sabemos que puede haber problemas si se desacelera el crecimiento económico, si el empleo se empieza a recortar y que, en estos casos, siempre afecta a los más vulnerables. A pesar de todo, la economía tiene sus leyes que periódicamente se manifiestan, aunque siempre existen recursos y medidas para poder atajar los síntomas de crisis. La solución no será buena si los trabajadores extranjeros que pasan al paro vuelven de nuevo a la economía sumergida para sobrevivir. Habrá que estar vigilantes para que eso no suceda. La Administración deberá estar vigilante para que disfruten de los derechos que les corresponden como trabajadores, se les trate como ciudadanos y no surjan brotes racistas y xenófobos contra ellos en nuestra sociedad.

Eso sí, habrá que buscar un sistema ordenado de control de fronteras y contratación en origen, planificar los flujos de entrada, y poner en marcha todos los mecanismos que contempla la Ley de Extranjería, aprobada por el Parlamento.

A pesar de todo, el enfoque que tenemos que dar a la inmigración no ha de ser meramente economicista. Tendremos que estar muy atentos a su plena integración en nuestra sociedad, dándoles, primero, acogida, como venimos haciéndolo desde la UGT; ofreciéndoles lo que podemos: información, ayuda, apoyo y protección. También les ofertamos ayuda para el aprendizaje del idioma, formación para el empleo e inserción laboral, cuando podemos. Uno de los muchos miles de emigrantes que salió de nuestro país, compañero veterano de la UGT, nos dice siempre que él emigró para trabajar. Lo primero era, por tanto, lograr un empleo, después necesitó la vivienda donde cobijarse, aprendizajes del idioma y para el empleo y, finalmente, el asentamiento en la sociedad para reagrupar a la familia, que también necesitó ayuda para su adaptación. Esos son dice los principales problemas a resolver. El resto vendrá rodado.

Entre los pasos a dar, tendremos que promover además la igualdad. Habrá que dar voz a los inmigrantes para que puedan defender sus derechos civiles y políticos en nuestra sociedad, y ejercer mucha pedagogía y educación para la ciudadanía, para respetar su cultura y no discriminar a nadie en el acceso al empleo, la vivienda o a los recursos públicos. A los inmigrantes tendremos que procurarles vivienda, integrar plenamente a sus hijos en el sistema escolar y evitar que suceda lo de Francia. Tendremos que trabajar a fondo en todas cuantas cuestiones les hagan sentirse plenamente integrados en nuestra sociedad. Por su parte, también tendrán sus obligaciones, pero el inmigrante de bien es siempre muy cauto y sabe aquello de que: ¡allá donde fueres, haz lo que vieres!

Los inmigrantes pues, no son mano de obra barata. Son ciudadanos del mundo que nos enriquecen más cultural que económicamente, con su presencia entre nosotros. La Revolución francesa hace ya algunos años que abolió la esclavitud y sus declaraciones o principios fueron un ejemplo: liberté, égalité, fraternité .

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