El caso de los portugueses que están trabajando en las obras del AVE gallego, con salarios más bajos y en peores condiciones, es el carburante perfecto para alimentar el rechazo a los inmigrantes .

El abuso del que son objeto por parte de los empresarios que los contratan no solo atenta contra los principios de igualdad. Supone, además, tirar los precios de la mano de obra y, como consecuencia, dejar sin empleo a los que cobran lo que fija el convenio. Y por eso no son los más acomodados los que rechazan al inmigrante, sino aquellos que lo ven como una amenaza para su estabilidad. Pero no hay que culpar a quien viene aquí porque cobra más que en su país, Sino a quien, aquí, paga menos de lo que manda la ley.