Compartiendo culturas
Diario de noticias de Alava, 17-03-2008las culturas no tienen por qué chocar, procedan del país del que procedan y se ubiquen en el rincón de la ciudad en el que elijan ubicarse. La idea, para que una sociedad avance y se enriquezca, es que se encuentren. En Vitoria lo intentan, pero está difícil si cada vez que se tiene ocasión se tacha de gueto a los rincones de la ciudad más representativos de estos encuentros. Para luchar contra ese recelo infundado, la Asociación Compartiendo Culturas trabaja, precisamente, desde el Casco Viejo por la integración de los inmigrantes que llegan, para quedarse, a la capital alavesa.
Mujeres de Marruecos, Argelia, Colombia, Uruguay, Bulgaria y Vitoria se sientan en círculo todos los jueves por la tarde en una de las aulas del centro cívico de El Campillo y hablan. Ellas lo hacen entre el castellano y el árabe; sus hijos, en castellano, inglés, francés, euskera y árabe. Son los bautizados por la asociación Encuentros Multiculturales, una cita semanal que sirve a decenas de inmigrantes que viven en la capital alavesa como punto de encuentro y excusa para integrarse. El objetivo, según la asociación, “potenciar espacios en los que se dé respuesta a estas demandas de la sociedad vitoriana actual, buscando en todo momento el crecimiento y desarrollo de las personas, y que esta mejora no sea sólo a nivel personal sino también social. Se trata de favorecer la convivencia de las diferentes culturas, con el fin de conseguir una sociedad más solidaria, democrática y justa”.
Dunia agradece la oportunidad. Lleva ocho años viviendo en Vitoria y, aunque la ciudad le encanta, a veces es difícil. “Algunos te miran por la calle y te juzgan por tu aspecto, sobre todo si llevas pañuelo. Dan por hecho que somos unas analfabetas y que no sabemos nada”, advierte. Ella es profesora, otra de sus compañeras de los encuentros, cocinera, y otra, licenciada en Derecho. Y, a pesar de que no creen que los vitorianos en general sean racistas, en ocasiones notan una hostilidad que les asusta. “Yo cuando voy en el autobús no tengo ojos. Prefiero no ver cómo me mira la gente porque me da un poco de miedo a veces”, reconoce Haiet, natural de Marruecos. Aunque te vas acostumbrando, cuenta Dalila. Y los pros de su otra vida en Vitoria supera a los contras. Todas coinciden en que la buena educación, la calidad de la sanidad a la que se tiene acceso y el funcionamiento de la burocracia les llama especialmente la atención.
Además, reconocen haberse encontrado con muchas puertas abiertas a la hora de buscar trabajo. Las responsables de la asociación también les ayudan en la medida de sus posibilidades en este sentido. Siempre que pueden les acompañan a las entrevistas y les animan en lo que constituye la clave para integrarse en la sociedad alavesa y regularizar su situación. A veces, el proceso es largo. Muchas llegan a Vitoria sin tener ni idea de español.
Compartiendo culturas les ofrece, en este sentido, clases de castellano para que aprendan el idioma y también para que pierdan el miedo que se deriva de no poder hablar y no saber escuchar. “Intentamos ayudarles a que se relacionen con los demás porque muchas no tienen ni siquiera esa opción cuando llegan a Vitoria, y se quedan en sus casas sin salir porque no entienden el idioma y no conocen a nadie”, explica Isabel Fernández, una de las responsables de la asociación.
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