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El roce con Brasil

La Voz de Galicia, 15-03-2008

En Brasil están enfadados con España por devolver a sus naturales. En lo que, eufemísticamente, llaman «justa reciprocidad», no permiten la entrada de españoles, aun con sus papeles en regla. A nuestros amigos latinoamericanos les ha ofendido que la metrópoli haya dejado de ser tan permisiva como era.

Lo cierto es que, pasada la vorágine electoral, ya no basta con buenas intenciones y mejores palabras. El cambio de ciclo económico, con una más que previsible contracción de la creación de empleo, reducirá las posibilidades de dar trabajo digno a una numerosa población inmigrante que ha llegado atraída por la bonanza de los últimos años. España, no solo por ser miembro de la UE y, por lo tanto, estar sometida a las directrices de la política común, sino también por la incapacidad de absorción de tanta mano de obra, tendrá que reforzar todos los controles fronterizos, rechazar a los que lleguen ilegalmente, así como endurecer las condiciones de entrada legal limitando el número anual.

No es que no nos solidaricemos con los dramas personales ni que cada historia de hambre, guerra y penuria de los inmigrantes no nos parta el corazón. Pero acoger a más gente de la que podemos reducirá las posibilidades de los que están y no solucionará el problema en su origen. Va siendo hora de que hagamos algo para que esa gente pueda encontrar trabajo en sus países en lugar de arriesgarse a caer en manos de mafias, malvivir con trabajos precarios o sufrir la angustia de la ilegalidad en España.

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