LA ENCICLOPEDIA DEL ESPAÑOL 'YANQUI'

Un hispano, un voto

El Mundo, JOSE ANTONIO GURPEGUI, 15-03-2008

«Ningún niño sin escuela». La frase, enunciada con un marcado acento anglófono, fue pronunciada por el presidente Bush Jr. con motivo de su nominación para aspirar a la presidencia de los EEUU hace cuatro años. Se trataba de un claro guiño a la población y a los representantes de origen hispano porque, si algo resultaba claro ya entonces, era la necesidad de contar con el voto hispano para cualquier candidato con serias aspiraciones a ocupar la Casa Blanca.


La elección de Antonio Villaraigosa como alcalde de Los Angeles o la candidatura del gobernador demócrata Bill Richardson no son meras casualidades. La importancia demográfica de la población de origen hispano en EEUU resulta, por obvia, irrefutable. El censo oficial de 2000 ya reconocía a la minoría hispana como la más numerosa, 35,3 millones de personas; pero incluso más interesante que los números globales resultaba la letra pequeña: en 23 estados, la población de origen hispano había crecido en un 100% en los últimos 15 años; el 85% de los latinos menores de 18 años había nacido en EEUU, y constituía un tercio de la población total de origen hispano.


Y es en este contexto donde la lengua española adquiere una novedosa dimensión sociológica, pues trasciende el ámbito puramente lingüístico para interesar en áreas relacionadas con la economía o la política. En 1983, John Tanton y el senador S. I. Hayakawa, conscientes de la amenaza que comenzaba a representar el español, iniciaron su cruzada a favor del inglés con lo que vendría en denominarse English only (Sólo en inglés).


La mayoría de los estados han legislado a favor del inglés. Y únicamente Texas, de los estados considerados hispanos, no lo ha oficializado. Una legislación ideada no tanto para potenciar la lengua de Melville o Hemingway como para parar el avance de aquella usada por Cervantes o Lope. Y en EEUU, como en cualquier otro país, región o autonomía, la legislación lingüística resulta ser un intento de ponerle puertas al campo. El crecimiento del español continúa siendo imparable. Lejos quedan las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, cuando los padres hispanos soñaban con que sus hijos hablaran únicamente inglés; ahora, más del 80% de los padres hispanos desea que sus hijos, además del inglés, hable español con fluidez.


Indudablemente, el español en EEUU goza de buena salud, por más que se intente inocular la epidemia del spanglish, que yo prefiero denominar engañol. La continua, masiva e imparable llegada de nuevos emigrantes procedentes de Iberoamérica, la concentración demográfica de la población de origen hispano tanto en estados concretos como en las grandes urbes, el crecimiento vegetativo y las ventajas laborales que se brindan a quienes han tenido la fortuna de nacer en un entorno bicultural y bilingüe facilitan y potencian el uso del español. Resulta lógico que el número de alumnos de origen hispano que estudia en instituciones de educación superior en España, como es el caso del Instituto de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá, supere ampliamente el 70%.


Indudablemente, el próximo presidente de EEUU, sea hombre o mujer, blanco o negro, deberá contar con la fuerza del español expresada mediante la creciente presencia del voto hispano, un voto tradicionalmente dividido pero cada vez más consciente de su peso y valor político.

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