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Sarkozy desgrana en la UE su rebajado proyecto de Unión Euromediterránea

La presión alemana obliga al presidente galo a remodelar su plan original, que establecía una relación privilegiada entre los socios ribereños y los países del norte de África

El Correo, 14-03-2008

Nicolas Sarkozy ha tenido que revisar a la baja su proyecto de Unión Euromediterránea, que ayer, respaldado por Angela Merkel, presentó por primera vez a sus homólogos europeos, en los primeros momentos de la cumbre de primavera de Bruselas. Los planes originales del presidente francés, ampliamente publicitados durante su campaña electoral, pretendían establecer una relación privilegiada, con apoyo institucional y presupuestario específicos, entre los socios europeos de la ribera mediterránea y los del norte de África, hasta Turquía.

El proyecto era visto también por su promotor como una alternativa a los propósitos de adhesión de Ankara a la Unión Europea, que ni el presidente galo, ni la canciller alemana, desean. De inmediato, los planes de Sarkozy despertaron recelos entre diversos Estados miembros. España, que había liderado el denominado Proceso de Barcelona, iniciado en 1995 y que disfrutaba por ello desde entonces de una posición diplomática envidiable en él, observó con inquietud discreta la iniciativa francesa a la que, sin embargo, terminó plegándose en septiembre del año pasado.

Pero Berlín, y Londres en menor medida, no estaban dispuestos a facilitarle a París una plataforma de semejantes potenciales. Angela Merkel declaró hace ya meses que un plan de esas características no podría ir adelante bajo las premisas de una adscripción reducida de socios europeos a la iniciativa y financiación comunitaria. Sarkozy y su colega alemana alcanzaron finalmente un acuerdo sobre el proyecto el pasado día 3, que ayer recibía su bautismo europeo en el Consejo, pero ya como propuesta franco – alemana.

En su nueva formulación, la Unión para el Mediterráneo, nombre que España querría ver inscrito junto al de Proceso de Barcelona o Eumed, como reconocía ayer el secretario de Estado en funciones, Alberto Navarro, estará abierta a todos los socios europeos y no tendrá más dotación presupuestaria que la ya prevista en el mecanismo. «Concebida la Unión para el Mediterráneo – decía el político español – como una etapa más en el Proceso de Barcelona, que ha dado lugar ya a infinidad de iniciativas conjuntas con los países asociados de la ribera sur».

España apoya el concepto de partenariado, de igualdad, entre los socios europeos y los de la ribera sur. Madrid considera positiva también la idea de lanzar una serie de proyectos de gran impacto (depuración de ciertas zonas muy contaminadas del Mediterráneo, acceso a aguas potables, inmigración, colaboración en energías renovables), que figuran en el documento franco – alemán y que constituirán el núcleo de la cumbre que reunirá a los socios comunitarios con los que constituyen el objetivo de esta iniciativa los próximos 13 y 14 de julio en París.

Presidencia bicéfala

La institucionalización del Proceso de Barcelona, con la creación de un secretariado restringido de una veintena de personas, tampoco parece desacertado a Madrid, que observa, sin embargo, con pesimismo la posibilidad de una presidencia bicéfala – norte y sur – , por la inviabilidad, ya demostrada, de que Israel llegue a ostentarla en su momento, y en representación de países que no lo reconocen. Existen reticencias entre diversos Estados miembros a la creación de ese secretariado, así como a cualquier redistribución de los fondos MEDA, asignados al Proceso de Barcelona.

El alcance de la Unión para el Mediterráneo ha sido claramente limitado por Angela Merkel, quien manifestaba ayer mismo que «se trata, en lo esencial, del mismo mecanismo de Barcelona, aunque bajo presidencia francesa de la UE (el segundo semestre de este año), adquirirá una dimensión diferente» de corte político.

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