CUMBRE DE LA UE / España asegura que no tiene «celos» del liderazgo de Francia, aunque vaticina que el proyecto tendrá dificultades de funcionamiento / «Si no aumentamos los recursos, tendremos la misma frustración», advierte Prodi

Los Veintisiete aceptan a regañadientes la Unión Mediterránea de Sarkozy

El Mundo, MARIA RAMIREZ. Corresponsal, 14-03-2008

El Proceso de Barcelona, tras más de 12 años de altibajos, cerca de 20.000 millones de euros invertidos, pocos resultados y alguna cumbre fallida, se convirtió anoche en la Unión para el Mediterráneo, un invento de París con un futuro incierto en manos de Nicolas Sarkozy.


Con el apoyo de la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés presentó el proyecto a sus colegas en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, que, pese a las críticas a su llegada a la reunión, acabaron aceptando la creación de esta nueva organización aunque el punto ni siquiera estaba en la agenda oficial del Consejo Europeo.


«Barcelona no ha funcionado. Si hubiera funcionado se sabría», explicó Sarkozy, en rueda de prensa después de la medianoche. «Barcelona era buena idea, una buena intuición, pero no ha producido todos los frutos que esperábamos», dijo el líder francés, quien se quejó de que, pese a la fortuna invertida, Europa ha tenido hasta ahora «poca visibilidad política» en la región.


Según la última versión de la idea francesa, un país mediterráneo de la UE presidirá la organización durante dos años junto a otro no comunitario, aunque el resto de los Estados europeos también podrán participar a través del personal de apoyo, los directores generales. La Unión Mediterránea, que contará, por insistencia de Merkel, sólo con los fondos del Proceso de Barcelona, además de las inversiones privadas – una aportación sarkozyana – , comenzará a funcionar el 13 de julio en París, en una cumbre al principio de la Presidencia francesa de la UE.


Pese a la reticencia inicial, el inquilino del Elíseo ganó el respaldo de la Comisión Europea, fundamental por su presupuesto de más de 7.000 millones de euros anuales para proyectos fuera de la UE. A cambio, la Comisión seguirá teniendo un puesto privilegiado en la nueva estructura.


Hasta Javier Solana, creador del Proceso de Barcelona en 1995 durante la Presidencia de turno española, cuando aún era ministro de Exteriores, apoya ahora el cambio. «Todo lo que se pueda hacer para que las relaciones entre Europa y los países de la cuenca mediterránea sean mejores y más profundas, se debe hacer», comentó el jefe de Política Exterior de la UE.


España se conforma con cierto reconocimiento simbólico. Para insistir en la autoría española, los diplomáticos del Gobierno subrayan que a Zapatero se le ocurrió meter la preposición en el nombre original avanzado por Sarkozy, Unión Mediterránea, con que se conoce informalmente el proyecto, sobre todo por la traducción anglosajona. Sarko, que también recordó la aportación española, ha recogido la modificación con las siglas UPM, que seguramente le recuerdan a las de su partido, UMP, Unión por un Movimiento Popular.


«España quiere reforzar este Proceso. Fuimos los que lo creamos… Ahora se trata de dar un salto cualitativo», aseguró Alberto Navarro, secretario de Estado para la UE y quien comentó que los españoles no tienen «celos» de Sarkozy, de cuyo «entusiasmo», se debe «coger lo que sirva para reforzar Europa». Aun así, la ambiciosa idea del presidente francés, la que le obsesionaba desde que era candidato presidencial, se ha visto rebajada por la presión de las instituciones de la UE para participar y las amenazas de Alemania contra la exclusión de los países septentrionales.


Sarkozy pretendía que la organización quedara lo más lejos posible de Bruselas, fuente, según él, de todos los problemas y del boicot habitual de los países árabes, que identifican a parte de sus miembros con el lobby israelí. Además, el líder francés proponía una estructura amplia, con una decena de agencias especiales y un banco de gestión de asistencia. De momento, se tratará sólo de una secretaría con una veintena de personas, dos directores generales y dos presidentes.


El todavía primer ministro italiano, Romano Prodi, advirtió que la nueva estructura necesitará más fondos. «Si no aumentamos los recursos, tendremos la misma frustración», comentó.


El destino de la Unión Mediterránea dependerá de la habilidad diplomática de Sarkozy y del éxito, sobre todo en cuanto a participación, de la cumbre de París en julio, en mitad del fracturado proceso de paz en Oriente Próximo. Por ejemplo, como subrayó Navarro, uno de los grandes problemas será la co – Presidencia de los mediterráneos sureños, ya que los árabes se oponen a que los represente Israel, país que, en algún momento, tendría derecho al turno. «Los países del sur van a decir que no la aceptan; se ha barajado en el pasado y no podrá salir adelante», comentó Navarro.


En cualquier caso, según el secretario de Estado español, es «bueno» que se «institucionalice» el Proceso con más socios para controlar el diálogo y los posibles acuerdos comerciales o migratorios con los vecinos del sur, desde el Norte de Africa hasta Turquía y los Balcanes. Hasta ahora, sólo la Comisión Europea se ocupaba de gestionar el dinero y los foros junto con las presidencias de turno de la UE. Sin embargo, con el nuevo sistema, habrá una fuerza permanente de personal de Estados miembros y del Consejo que los representa.


La misión crucial de cualquier iniciativa, más allá de la estabilidad política, será intentar salvar la brecha de renta entre las dos orillas del Mediterráneo, la más pronunciada del mundo: la diferencia entre la española y la marroquí, por ejemplo, es de 12 a 1.


Ante los críticos de su optimismo en un experimento que no es nuevo, Sarkozy, cansado después de una larga jornada, replicó: «Todos los problemas no se van a solucionar esta noche, pero esto ya es un paso».


elmundo.es


Especial:


La Europa de los Veintisiete.

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