Cuestión de poder

La Prensa Gráfica, Sergio Muñoz Bata/Columnista de LA PRENSA GRÁFICA, 13-03-2008

Un grupo de ocho republicanos liderados por el senador por Alabama, Jeff Sessions, prepara ahora un paquete con 15 proyectos de ley que, de ser aprobado, castigaría severamente a los trabajadores indocumentados y a sus países de origen.

 

Insatisfechos con las sucias maniobras que utilizaron para que el Congreso estadounidense abortara el proyecto de la reforma migratoria integral de 2007, un grupo de ocho republicanos liderados por el senador por Alabama, Jeff Sessions, prepara ahora un paquete con 15 proyectos de ley que, de ser aprobado, castigaría severamente a los trabajadores indocumentados y a sus países de origen.

De los 15 proyectos el más aberrante, sin duda, es uno propuesto por Sessions que encarcelaría por dos años a quienes fueran arrestados cruzando la frontera por segunda vez. Otro aboga por retenerle fondos federales a los estados que permitan a los indocumentados solicitar licencias para conducir vehículos. Y otro demanda la ampliación del muro fronterizo, exige el desplazamiento de la Guardia Nacional a la frontera sur y propone imponer sanciones a los países que se rehúsen a repatriar a sus conciudadanos.

Ahora bien, si consideramos que la probabilidad de que cualquiera de estos proyectos pudiera convertirse en ley antes de las elecciones de noviembre es casi nula, la pregunta obligada es: ¿Por qué Sessions y compañía pierden el tiempo y el dinero de los contribuyentes tan descaradamente?

Sessions no puede alegar que lo que le motiva a encabezar la lucha contra los inmigrantes en el senado federal es la presencia hispana en su Estado. Aunque las cifras del censo indican que la inmigración a los estados sureños va en aumento, en Alabama los hispanos representan menos del 3% de la población total.

Tampoco suena plausible que Sessions lo haga para alimentar sus sueños de grandeza. A pesar de su impecable reputación como uno de los cinco senadores más conservadores en el Congreso, su candidatura vicepresidencial con John McCain es impensable. No solo su nombre no aparece en ninguna de las listas de los posibles candidatos al puesto, sino que los desencuentros entre ambos han sido muy públicos y muy notorios.

Una posible aunque parcial explicación de su celo antiinmigrante sería su historia personal. No hay que olvidar que en 1986 el comité judicial del senado impidió que se votara su candidatura a una vacante como juez federal por considerarlo altamente insensitivo en temas raciales. Y no en vano al referirse a los miembros de la organización racista Ku Klux Klan, Sessions declaró que para él, el grupo estaba OK, hasta que supo que algunos de ellos fumaban marihuana.

También se ha divulgado en la prensa que es posible que lo que el grupo esté buscando es ofrecerle a McCain una oportunidad para que los apoye mostrando así que renuncia a su pasado pro inmigrante, pro legalización y a su asociación con Ted Kennedy, el senador que para ellos encarna al Anticristo.

El problema con esta teoría es que parte del supuesto equivocado de que la mayoría de los estadounidenses quieren castigos ejemplares contra los indocumentados. Una suposición que es a todas luces falsa.

Este fin de semana, durante el encuentro anual del Pacific Council on Internacional Policy celebrado en Santa Monica, California, en una sesión sobre el tema migratorio le pregunté a Doris Meissner, quien fuera la jefa del Servicio de Inmigración en la administración de Bill Clinton, al congresista Howard Berman, al presidente del grupo pro inmigrante MALDEF John Trasviña y a Dan Stein, el presidente del grupo antiinmigrante FAIR, ¿por qué si las encuestas nacionales muestran que la mayoría de los votantes estaría de acuerdo con la legalización de los indocumentados y el reforzamiento de las fronteras los políticos y algunos comentaristas de radio y televisión insistían en demonizar a los inmigrantes?

Sus respuestas, salvo en el caso de Stein que no contestó la pregunta, fueron inequívocas. Porque la gente que aboga por una solución práctica no ha encontrado la forma de activar sus energías en torno al asunto, dijo Meissner. Porque el debate lo ha monopolizado un pequeño grupo de enfurecidos políticos y comentaristas, contestó Berman. La respuesta de Trasviña fue más propositiva. Cuando los distintos grupos políticos encuentran la forma de neutralizar el debate, solo se rompe el impasse con votos. Por eso es tan importante el voto latino.

Coincido con Trasviña. Si algo ha quedado muy en claro durante esta temporada de elecciones primarias es que cuando los latinos salen a votar, la elección de los políticos queda en sus manos. No es casual que en California, Texas, Illinois y Florida, estados donde la comunidad latina tiene presencia importante, los políticos cuidan lo que hacen y dicen sobre los latinos. Lo que hace falta es recalcarle a los políticos antiinmigrantes que el maltrato a un miembro de la comunidad latina es un agravio contra toda la comunidad.

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