El pulso de Obama contra Hillary genera tensiones raciales en EE.UU.

ABC, 13-03-2008

P. RODRÍGUEZ

WASHINGTON. Parece que cada vez que la muy reñida lucha por la nominación presidencial del Partido Demócrata se desliza por debajo de la línea Mason – Dixon – la demarcación cultural entre el norte y sur de Estados Unidos – resulta casi inevitable la generación de tensiones raciales. Aunque si bien es cierto que hasta ahora Barack Obama ha conseguido cimentar su candidatura gracias a una coalición multirracial de votantes, su triunfo de este martes en Misisipi (61% – 37%) ha vuelto a reabrir la espinosa cuestión de política y color de piel.

Las encuestas a pie de urna en Misisipi, como en otras jurisdicciones sureñas donde se concentra una buena parte de la población afroamericana de Estados Unidos, han puesto de manifiesto que Obama ha ganado un 91 por ciento del voto negro, mientras Hillary Clinton se ha apuntado un 72 por ciento del voto blanco. Se trata de una extrema polarización racial comparable a la registrada durante esta temporada de primarias en lugares como Alabama o Arkansas, y con manifestaciones menos descaradas, pero favorables a Hillary Clinton, en Estados como Ohio y quizá Pensilvania.

Polémica exacerbada

Toda esta cuestión racial, bastante inquietante dentro del limbo de corrección política con que la sociedad de Estados Unidos aborda en la actualidad este tipo de cuestiones, se ha visto exacerbada primero por algunos de los comentarios realizados por Bill Clinton al inicio de este ciclo electoral en defensa de su esposa. Y aunque el ex presidente ha quedado relegado a un papel secundario tras cosechar una significativa reacción negativa, parece que el relevo ofensivo lo ha tomado con intensidad Geraldine Ferraro, candidata a vicepresidente con Walter Mondale en 1984.

La ex congresista Ferraro, que forma parte informal del equipo de Hillary Clinton, ha argumentado públicamente que si «Barack Obama fuera un hombre blanco, no estaría en su actual posición y si fuera una mujer, de cualquier color, tampoco estaría en su actual posición. Tiene mucha suerte de ser quién es. Y este país está atrapado en ese concepto». Comentarios que han desatado una enorme polémica al implicar que el senador por Illinois se ha convertido en un aventajado candidato presidencial solamente por ser negro.

La controversia ha forzado a que Hillary Clinton, durante su intensa campaña en Pensilvania, se haya tenido que distanciar del punto de vista expresado por Geraldine Ferraro. Mientras, Obama ha reprochado que ese tipo de manifestaciones «no deberían tener un espacio en nuestra política o en el Partido Demócrata». Según el senador por Illinois, los comentarios de Ferraro son «divisivos y cualquiera que comprenda la historia de nuestro país sabe que son patentemente absurdos».

No obstante, la propia Geraldine Ferraro ha perpetuado toda esta polémica reiterando que sus declaraciones constituyen únicamente un análisis racial, no racista. Ferraro afirma que la Prensa no es objetiva con el senador por Illinois y que «cada vez que alguien intenta bajar la campaña de Obama hasta la realidad, es acusado de ser un racista y se tiene que callar».

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