“Mi único objetivo estos días era encontrar a mi hija y ahora, mi único objetivo es encontrar al culpable o a los culpables. Pero no por venganza, sino por justicia. Pido que todos se impliquen en encontrar a quien le ha hecho daño a mi niña”. Así se pronunció ayer Juan José Cortés, el padre de Mari Luz, la niña de Huelva hallada el viernes en la ría de Huelva tras estar casi dos meses desparecida. Cortés, quien dijo que va a “seguir luchando para que se haga justicia”, se mostró completamente abatido pero muy sereno y entero.

El padre de Mari Luz compareció en la que parece que va a ser su última conferencia de prensa ante una nube de periodistas españoles y extranjeros en la asociación gitana del barrio de El Torrejón, de donde es la familia. “No voy a hablar más con la prensa ni con nadie. Ahora es tiempo de que hable la justicia, cuando ella hable, lo haré yo”, prosiguió Cortés.

“Ahora quiero descansar, meditar y poder llorar en silencio, aunque sé que este dolor nos va a acompañar siempre”, afirmó. “Irene [Suárez, la madre] no está bien, pero estoy seguro que entre todos podremos recuperarla, por el bien de mi casa y de mis hijos”, dijo.

En cuanto a la investigación, Cortés reclamó cautela: "No tengo ninguna prisa, quiero que la Justicia se tome su tiempo. Pido a la Justicia que no se precipite y

[a los medios de comunicación] que tengan cuidado con las informaciones, que a veces no son sino especulaciones que provocan revuelo y hacen más daño a la familia. Lo mejor será ver qué dice el juez y la investigación".

Juan José Cortés dijo confiar en la labor de los investigadores y por ello, no ve necesario la actuación de ninguna empresa privada. “Sería absurdo, en la investigación oficial están los mejores investigadores trabajando y añadir más no serviría para nada. Sé que están trabajando al 200% y confío plenamente en ellos”. “No puedo hablar de que habrá resultados a corto plazo, quizás sí a medio plazo”, apuntó.

La investigación está pendiente de que se conozcan los detalles de la autopsia de la pequeña, cuyo cuerpo se encontró en avanzado estado de descomposición flotando en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel. Hasta ahora, ha trascendido que ninguno de los golpes que presentaba el cuerpo era mortal ni tampoco había sido estrangulada. A pesar de no estar descartada ninguna de las hipótesis, se barajan dos teorías: que la muerte de la chiquilla fuese resultado de algún tipo de accidente o que fuese atacada por un criminal.