ELECCIONES MUNICIPALES / Hacia la segunda vuelta

Nicolas Sarkozy entra en campaña y airea el fantasma de la inmigración

El Mundo, RUBEN AMON. Corresponsal, 12-03-2008

El presidente francés intenta evitar el fracaso de su partido en la segunda vuelta de las municipales Nicolas Sarkozy interrumpió ayer en Toulon (sureste de Francia) su periodo de meditación. Consciente de su embarazosa impopularidad, el presidente decidió retirarse de la campaña municipal, pero el voto de silencio no ha durado más de semana y media.


La reaparición se atuvo a un planteamiento ambiguo. Por un lado invocó el fantasma de la inmigración en clave electoralista. Y por otro, se comprometió a «tomar nota» del veredicto de las urnas en la segunda vuelta del domingo. No porque vaya a cambiar de política, sino porque considera una obligación permanecer a la escucha de sus compatriotas.


Semejante punto de vista implica que Sarkozy interpreta en clave nacional los comicios locales. Sino no se entiende que elogiara el «excelente rendimiento» de sus ministros como candidatos municipales. Ocho de ellos conquistaron la poltrona el pasado domingo, mientras el resto debe hacerlo el 16 de marzo en un escenario dominado por la izquierda socialista y embargado al porcentaje de participación.


Desde luego, Sarko lamenta que la primera vuelta sólo concitara el interés del 61% de los franceses, resultado histórico en sentido negativo al que el presidente contrarresta la terapia de la movilización. «Es mi deber llamar a las urnas, sea cual sea la opinión política de los ciudadanos. La movilización es necesaria para que los alcaldes y concejales elegidos tengan la legitimidad necesaria», señalaba en su intervención mediterránea.


No era accidental la elección de la plaza. Resulta que la fortaleza posindustrial de Toulon simboliza la mayor victoria del UMP en las municipales (65% de votos en el primer turno). También es el escenario donde más puede arraigarse el discurso de la inmigración clandestina. Así es que Sarko se puso a hacer campaña. Demonizó los flujos ilegales. Exigió a Europa una política común. Defendió a ultranza la política de cuotas. E insistió en la comunión de valores que deben aceptar los trabajadores que quieran instalarse en Francia.


Mitin en toda regla


«No pienso aceptar que se me tilde de racista por el hecho de que mencione la necesidad de una política de inmigración. No acepto esa clase de procesos. ¿Qué tiene de anormal que admitamos en Francia a los trabajadores que realmente necesitamos?», se preguntaba en lo que fue un mitin en toda regla. De hecho, el presidente galo se hizo acompañar por su ministro de Inmigración y de Identidad. El mismo que promovió las pruebas de ADN en la reagrupación familiar y que tiene la obligación de expulsar 25.000 clandestinos al año.


«El criterio me parece claro. Los inmigrantes tienen derechos y deberes. Y Francia está legitimada a seleccionarlos de acuerdo con sus zonas de origen y su profesión», explicaba. Era una forma de recuperar los argumentos que esgrimió durante la campaña presidencial hace 10 meses. Y un modo de intervenir en los comicios redundando en los valores solemnes de Francia.


Naturalmente, las cuestiones de identificación patriótica pesan como las bombas en Toulon porque este antiguo feudo del Frente Nacional aloja el principal puerto militar de Francia. Es aquí donde descansa el mítico portaaviones Charles de Gaulle. También donde se esconden los submarinos nucleares y donde trabajan millares de marines.


Pero no está claro si la reaparición del presidente va a ayudar a su partido. O si va a servir de estímulo a los socialistas. François Hollande, primer secretario del PS, sostiene la segunda hipótesis.

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