La llegada de inmigrantes a Guissona ha tenido dos consecuencias: la obligada atención a la diversidad, propia de cualquier localidad con inmigrantes; y la respuesta a un incremento exagerado de población, que prácticamente se ha duplicado en menos de una década. Esto ha afectado, sobre todo, a la educación y la sanidad, que también han tenido que reaccionar ante el cambio de perfil de sus usuarios.

En materia educativa, la administración ha realizado numerosas ampliaciones en el colegio y el instituto, y sus responsables aseguran no tener problemas para atender a los escolares. «Los niños son niños en todas partes», asegura Dolors, la directora del colegio de primaria. Explica que los programas de apoyo e integración «son los mismos que en cualquier otra escuela de Cataluña», y garantiza que no hay problemas de racismo o marginación por la elevada proporción de inmigrantes: el centro cuenta con 433 alumnos, de los cuales un 42% son de origen extranjero. Sin embargo, la directora puntualiza que los que reciben programas especiales son los que llevan menos de dos años en el país, entonces la proporción se reduce al 22,4%. Esta atención personalizada se basa en aulas de acogida, donde aprenden el idioma y se les dan clases adaptadas a su ritmo de aprendizaje. Aparte, se desarrolla el plan educativo de entorno conjuntamente con el consistorio, precisamente porque se considera que la integración va más allá de las aulas.

Por otro lado, el responsable de atención primaria de la zona, Fernando Márquez, destaca el trabajo hecho para ampliar servicios.«Ha pasado de tener un consultorio a un CAP con atención las 24 horas; y de cuatro empleados, dos médicos y dos enfermeras, a 15, entre ellos, especialistas como el pediatra o el dentista», asegura. Sobre la adaptación de los profesionales, cree que ha sido relativamente fácil. «El idioma hace que las visitas sean más lentas, pero no es grave», asegura. En cuanto a hábitos y enfermedades, dado que la mayoría de inmigrantes proceden de Europa, asegura que no hay problemas.