Sucesos

Los carteristas de la Línea 2

El Mundo, LUIGI BENEDICTO BORGES, 07-03-2008

Varios usuarios de Metro denuncian que han sufrido robos entre las estaciones de Sol y Príncipe de Vergara. Los trabajadores denuncian que tienen ‘fichados’ a varios grupos de atracadores. El más activo durante los últimos días está formado por ciudadanos rumanos que actúan con un abrigo bajo el brazo Los tiempos cambian, y los negocios también. El principio del máximo beneficio con el mínimo esfuerzo sigue en boga y el Metro de Madrid lo está notando. Los interesados en hacer negocios en su interior son los carteristas, muy vigilados en zonas antaño propicias para el hurto, como la Plaza Mayor o los alrededores de Callao. Ahora las cámaras han limitado su campo de acción, pero han encontrado un nuevo ecosistema casi virgen en el subsuelo: la Línea 2 en su trayecto entre las estaciones de Sol y Príncipe de Vergara.


En apenas quince minutos, los convoyes paran en Sevilla, Banco de España y Retiro antes de completar el recorrido. Los trenes, en su mayoría algo vetustos, suelen ir llenos en las horas puntas. Sus usuarios habituales no pueden ser más golosos. Por un lado, decenas de turistas de todas las nacionalidades, más pendientes del mapa que les llevará a la plaza de Cibeles, al parque del Retiro o a la Plaza Mayor que a sus valiosas pertenencias. Por el otro, ejecutivos de toda clase y condición, que a las 14.00 horas salen a comer en grupos, pendientes de los chascarrillos de la empresa y los menús del bar, pero no tanto de sus bolsos y carteras.


En los últimos días, la banda más activa está formada por un grupo de cuatro jóvenes de nacionalidad rumana. Su táctica se basa en el despiste. Por el andén caminan como si no se conociesen, bien vestidos y con un abrigo debajo del brazo. Una vez entran en los convoyes, preferentemente en los vagones más atestados, se van acercándose disimuladamente a su víctima hasta acorralarlo. En ese momento, actúan.


«Yo me los he chocado tres veces en la última semana», cuenta Lorena Fries, una joven que trabaja en un gabinete médico de la zona. «Destacan bastante porque uno de ellos es muy bajito y siempre lleva un gorro de lana negro, y otro es bastante gordo. La última vez, vi como uno de ellos robaba a una chica que estaba a mi lado. Lo dije en voz alta y logré que no le robaran la cartera del bolso, que ya se lo habían abierto. El muchacho del gorro negro se puso a gritar diciendo que no había hecho nada y, acto seguido, me pegó un empujón contra la puerta. Y nadie del vagón le dijo nada. Tuve que bajarme en una estación que no era la mía, la de Retiro, por lo nerviosa que estaba», recuerda Lorena.


Los trabajadores de las estaciones afectadas reconocen el problema. «Se producen robos todos los días, a todas horas», comenta una trabajadora. «La mayoría de nosotros los tenemos fichados. Son varios grupos con características diferentes. Algunos lo forman adolescentes y otros personas mayores», explica esta empleada que cifra en «más de 30 personas» a la plantilla de carteristas.


«Yo he tenido que decirle a un conductor que no arrancara para intentar recuperar la cartera de un chico. Se la habían quitado en el momento en el que cerraban las puertas. El muchacho, que no paraba de llorar, identificó a los dos atracadores en el interior del tren, pero fue imposible encontrar su cartera. Se la habían pasado a otro chico que había desaparecido. Actúan con una velocidad pasmosa», dice un agente de seguridad de la Línea 2.


Desde una de los cubículos de Metro, uno de los taquilleros reconoce que «tienen las manos cogidas». «Solemos echarlos cada vez que los vemos, pero no nos sirve de nada. Algunas veces hacen caso, pero la mayoría de ocasiones lo único que conseguimos son amenazas. Se creen intocables y de nada sirve llamar a la Policía Nacional. Es muy difícil pillarlos con la manos en la masa, y cuando se consigue, han robado cantidades muy pequeñas y salen enseguida a la calle», explica resignado.


Estos grupo suelen ir directos a por el dinero. En cuanto pueden, se deshacen de su envoltorio. Por esta razón, los bolsos y carteras que roban suelen aparecer a los pocos minutos tiradas en un andén o en la puerta de entrada de una estación. No obstante, fuentes de Metro aseguran que «no han detectado un aumento de hurtos en la zona». «Que aparezcan carteras tiradas en los basureros de Metro no significan que las hayan robado en su interior, porque delincuentes lo utilizan de vía de escape», aclaran.

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