Hace apenas unos días que Juan de Dios Ramírez Heredia, presidente de la Unión Romaní, fue investido como doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz, convirtiéndose así en el primer gitano en el mundo en recibir esta distinción en representación de todo un pueblo y su cultura. Ramírez Heredia ya había echado por tierra muchos tópicos antes de recibir esa distinción: diputado en las Cortes Constituyentes de 1977 y eurodiputado, es además abogado y doctor en Ciencias de la Información. Ayer participó con una ponencia sobre la comunidad gitana en España en las jornadas de Historia Contemporánea La comunidad gitana en la España y la Región de Murcia: entre la integración y la exclusión, organizadas por la Universidad de Murcia.

– Los gitanos llevan más de 600 años viviendo en España, ¿cuál es su situación después de seis siglos?

– El presente y el futuro son esperanzadores, pero el pasado fue espantoso y discriminatorio. No es menos cierto que queda mucho camino; el índice de analfabetismo es aún del 40%, ocupan el último lugar en el ránking de desarrollo social, tienen la tasa de paro más elevada de todas las minorías, y la ocupación fundamental es la venta ambulante. Frente a ello hay alcaldes y ayuntamientos perseguidores que impiden el desarrollo normal y legítimo de esa actividad.

– Usted fue diputado en las Cortes Constituyentes y eurodiputado. ¿No echa de menos que los partidos políticos incluyan a más gitanos en sus listas y les tengan en cuenta en sus programas?

– Tengo un dolor muy grande con los partidos políticos; desde que dejé de ser diputado, nadie ha ocupado mi puesto. En estos momentos hay una pléyade de gitanos con formación universitaria que podrían ocupar puestos en las listas. Además, el conjunto de gitanos y gitanas que militan en los partidos es abundante. En los programas electorales sí nos nombran, ha sido así desde siempre.

– ¿Qué papel ocupa la mujer en el desarrollo y la integración de la comunidad gitana?

– Destacado, fundamental, existimos gracias a la mujer gitana, es la que ha guardado nuestras costumbres e historia. La mujer gitana es la salvaguardia de nuestra realidad. Hay un dato interesante: en estos momentos, son muchas más las gitanas que estudian en la Universidad que los gitanos.

– Otros gitanos que empiezan a ser numerosos en este país son los rumanos y los búlgaros. ¿Qué le parece que disfruten de libertad de circulación pero aún no puedan acceder a un empleo por cuenta ajena?

– La población gitana mundial es muy importante, más de 14 millones. De ellos, cuatro millones residen en América y diez en Europa. Cuando cayó el Muro de Berlín, que por cierto yo estaba allí, ocho millones de ellos vieron la frontera abierta, y después vino la ampliación de la UE. Es una realidad maravillosa que no haya fronteras, para ellos y para nosotros. También hay problemas, como que la mendicidad, que gracias a Dios había desaparecido, vuelva a ser una imagen habitual. Nos debe mover el deseo y la exigencia de que las autoridades y los gitanos pongamos en marcha los mecanismos para facilitar su inclusión en igualdad de derechos y deberes. Son gitanos como nosotros.

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