Mejor en chino que en castellano

ABC, 05-03-2008

POR E. ARMORA/Á. MARÍN

FOTOS YOLANDA CARDO

BARCELONA. «¿Multan por rotular en chino?». La pregunta la lanzó anteayer – en el transcurso de una conversación con ABC – el agente de la propiedad inmobiliaria Manel Nevot, sancionado por la Generalitat por anunciar su establecimiento sólo en castellano.

La respuesta es aparentemente no, o menos. La normativa es más laxa cuando se rotula en chino o paquistaní que en castellano. Al menos esa es la realidad que se desprende de un rastreo que ha realizado este diario por algunos de los barrios de la capital catalana que concentran más comercios regentados por inmigrantes. En el corazón del barrio del Raval, donde está instalada la comunidad paquistaní de Cataluña, son pocos los comercios rotulados en catalán. Algunos establecimientos se anuncian en castellano y otros directamente en paquistaní. También hay negocios en los que el rótulo es mixto. Éste es el caso del supermercado «Pakeeza», ubicado en el número 45 de la calle Riera Alta. «Abrí hace siete años y desde entonces nadie me ha informado de que debo poner el rótulo en catalán», indicó Zahoor Ellahi, dueño del establecimiento.

Hay controles pero pocas multas El tendero asegura que la Generalitat nunca le ha multado por ningún incumplimiento, aunque los agentes de consumo se han pasado por el negocio. Prueba de ello es el cartel oficial de la Agencia Catalana de Consumo que Ellahi tiene colgado junto a la caja registradora en el que se expone que el establecimiento está obligado a disponer de hojas de reclamación para los clientes – redactado en catalán – . Unos número más abajo, en los aledaños de la Rambla del Raval, se encuentra la frutería «Punjab». El rótulo es también mixto – castellano – paquistaní – y la situación de este establecimiento es similar a la anterior. Malik Hanif, propietario de la tienda, asegura que no sólo no le han multado por no rotular en catalán sino que no conoce ningún caso por la zona que haya sido objeto de sanción por este motivo. «En los ocho años que llevo instalado en esta calle, nunca me han multado». En este caso como en el anterior, aparece también colgado el rótulo de la Generalitat sobre la obligatoriedad de disponer de hojas de reclamaciones.

La carnicería islámica «Nivad» es otro ejemplo de la laxitud de la Generalitat para con determinados comercios. «Llevo aquí 18 años y sólo hablo castellano, por eso lo utilizo en mi tienda», asegura el carnicero. Reconoce, no obstante, que los controles en la zona son habituales « porque muchos abren en festivos cuando no pueden hacerlo».

El «chinatown» de Barcelona

En la zona conocida como el «chinatown» de Barcelona porque en ella se concentra el mayor número de empresarios del sector textil de origen chino, hay una tienda de venta al mayor con rótulos en inglés y chino. «No nos han puesto ninguna multa porque no hace falta rotular ni en catalán ni en castellano», aseguró la mujer del propietario del establecimiento que prefiere permanecer en el anonimato por si las moscas. A parte de los carácteres chinos se puede leer «Hong Tai Import export S. L.» en los tres letreros azul celeste colgados de la fachada del noble edificio, sito en la Ronda de Sant Pere, número 37.

Los inspectores lingüísticos de la Generalitat peinaron el «chinatown» para obligar a los propietarios de las tiendas chinas que rotulen en catalán. No obstante, todavía hay muchos locales de venta al mayor en esta zona que sólo anuncian sus productos en chino y en castellano.

El cumplimiento de la mencionada normativa brilla por su ausencia en el área metropolitana de Barcelona donde los chinos adquieren restaurantes, locales y naves industriales para instalar sus negocios, uno al lado del otro.

En el Parque Empresarial Granland Badalona Sur, donde este colectivo de empresarios muestra su musculatura comercial, hay naves industriales reconvertidas en enormes tiendas de venta al mayor que sólo rotulan en chino. Las que tienen las persianas bajadas es imposible identificar o saber a qué actividad comercial se dedican porque en el letrero de la fachada sólo hay ideogramas chinos. Igual pasa en el menú de la pizarra de un restaurante. No puedes saber si comerás pollo o pescado ni adivinar qué hay de postre, sólo que te costará poco más de siete euros.

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