Viajes a ninguna parte
La Vanguardia, , 05-03-2008La cámara colgada del hombro de un operador, los focos, los micrófonos, el camión de catering, los coches todoterreno y, de repente, una voz: “Atención, silencio, acción ”. Los habitantes de Hansala, una pequeña aldea del Atlas, en la provincia marroquí de Beni Mellal, han escuchado durante las últimas dos semanas decenas de veces órdenes similares de la directora española Chus Gutiérrez. El objetivo que la ha llevado hasta aquí ha sido realizar un viaje cinematográfico a los escenarios en los que crecieron doce jóvenes de esta aldea, que en el 2003 perdieron la vida en el naufragio de una patera frente a Rota (Cádiz) – el mayor que se conoce frente a las costas andaluzas: aparecieron 37 cadáveres – . Un rodaje en el que han participado los familiares de las víctimas.
“Es importante para el pueblo que todos sepan la verdad, por qué la gente deja su tierra, y va a otro país”, asegura Said Salhi, de la asociación Solidaridad Directa, que desde hace cuatro años consigue una partida de 25.000 euros de la Diputación de Cádiz para mejorar las condiciones de vida de Hansala y evitar que los jóvenes emigren como clandestinos.
Los rostros de los curiosos locales que contemplan la preparación de cada escena se mezclan con los de los actores y los del equipo que comparte la dureza de lo que contará la película. Producida por Muac Films y Maestranza Films, según Chus Gutiérrez aún no tiene distribución, pero confían en que la historia llegue y permita entender una tragedia a la que se siguen enfrentando decenas de familias a este lado del Estrecho… No será la primera vez que los dramas de la inmigración lleguen al cine: el pasado año se alzó con la Espiga de Oro del festival de Valladolid la ficción documental 14 kilómetros,de Gerardo Olivares.
“Esto es una especie de paraíso donde hablamos de la muerte. Es un paraíso del que todo el mundo quiere irse. Pero lo cierto es que aquí no se ve nada muerto, todo está recién nacido. Y en cada sonrisa y cada mirada de la gente de Hansala se ve esperanza”, explica el actor José Luis García Pérez (Cachorro y Siete mesas de billar francés),que interpreta a Martín, un empresario funerario con problemas económicos. Un empresario que un día encuentra un cadáver en una playa de Cádiz y en uno de los bolsillos un número de teléfono. “Trabajar con la muerte, pero no con la de los seres queridos, como en España, sino con la que producen las pateras, creo que lleva a una contradicción, porque no sabes si es algo pecuniario o solidario”, añade Martín.
En el papel de Leila se estrena Farah Hamed, de origen marroquí, criada en Andalucía. Hamed relata así una de las escenas más duras, la recreación del entierro de los jóvenes fallecidos: “Estaban las madres, las hermanas de los jóvenes que habían muerto en el naufragio. Se fueron porque no veían otros horizontes vitales. Y esas madres y hermanas nos decían que la película les hacía recordar. Lloraban de corazón”. La escena real fue, en su día, algo diferente: en noviembre del 2003 los gritos y la desesperación más terrible invadieron esta pequeña aldea.
Para Chus Gutiérrez, convencida de la necesidad de contar este duro aspecto de la inmigración, la paradoja del filme, que lleva por título Retorno a Hansala,podría resumirse así: “Es increíble que en 48 horas puedan repatriar a un vivo y que de los muertos, en algunas ocasiones, no se ocupe nadie nunca más… Hay un gran dolor en el hecho de no saber… Cuando un hijo se va y no llama en una semana, un mes, un año
¿Qué pasa?… ¿Dónde está?… Esa angustia de no saber si está vivo o está muerto…”.
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